Las mezquitas más bellas para visitar Uzbekistán

Situado fuera de la madrasa, en la esquina oriental de su fachada, Kalta Minor tenía que haber sido el minarete más alto del mundo musulmán, con una altura de 70 metros, pero que jamás alcanzó porque la obra fue abandonada tras la muerte del kan, cuando el alminar medía solo 29 metros de altura. Según la leyenda, el kan de Bujará —que conocía el proyecto de su rival de Jiva y no podía vivir a la sombra de un minarete más alto que el de Kalon (se decía que cuando se terminara, se podía ver Bujará desde su cima)— planeaba secuestrar al arquitecto para que construyera un minarete aún más grande en su ciudad. Para que los conocimientos de su arquitecto no beneficiaran a nadie más, el kan de Jiva decidió asesinarlo tan pronto como hubiera finalizado el trabajo. Cuando el kan de Bujará también maduraba la misma idea, el arquitecto huyó inesperadamente, y quedó inacabado para siempre. Así, el minarete corto solo tiene 26 metros de altura, el diámetro de su base es de 14 metros, y está total y magníficamente decorado con mayólica verde y azul que encaja a la perfección con el característico verde de Jiva. Normalmente no es posible subir, ya que el lugar está cerrado a los turistas, pero puede probar suerte con el personal del Hotel Orient Star, que ocupa la madrasa adyacente.

La mezquita de los Viernes en Langar data del siglo XVI. Fue un regalo absolutamente magnífico de Mohamed Sadik al pueblo. No solo se han conservado su arquitectura y su decoración durante casi cinco siglos, sino que su papel central en la vida social y cultural local no ha cambiado. Todavía en funcionamiento, los viernes reúne a todos los habitantes alrededor de la una de la tarde para la predicación del imán. Hablan del Corán y de las enseñanzas religiosas, por supuesto, pero también resuelven las disputas entre vecinos. En verano, todo esto sucede bajo el iwán. En invierno, la oración tiene lugar en el interior, en una de las dos salas contiguas. En realidad, son dos mezquitas distintas, ambas espléndidas: admiramos la primera, más grande, por sus magníficas cerámicas y techos pintados, mientras que nos conmueve la sobriedad de la segunda, más modesta y pequeña. El conjunto ha permanecido intacto a lo largo de los siglos y si pide que le abran las ventanas que hay frente al patio obtendrá una vista perfecta del mausoleo elevado sobre la colina.

La mezquita más grande de Uzbekistán fue inaugurada en otoño de 2014. Deseada por el presidente Islom Karimov, él mismo supervisó las obras antes de su pomposa inauguración. Puede albergar a 2400 personas. Está cubierta de mármol blanco y refleja la arquitectura clásica del país, con sus mosaicos que representan el cielo. El mihrab recubierto de oro se basa en escritos del Corán y el edificio central está flanqueado por dos altos minaretes. El conjunto aún no está muy concurrido y, en este sentido, todavía carece de encanto, pero a su alrededor se han dispuesto agradables espacios verdes a lo largo del canal Ankhor.

Dominando un barrio en las afueras del sur de Jarkurgan, este minarete, que data de 1109-1110, es diez años más antiguo que el minarete de Kalon en Bujará, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de Asia Central. Pero más que su antigüedad, es su arquitectura lo que lo hace especial. El minarete actual mide 22 metros de altura, mientras que según los arqueólogos alcanzó originariamente los 50 metros, lo que lo equipara a los minaretes de la mezquita Bibi Khanum en Samarcanda. Su estructura de ladrillo de barro dispuesta en dieciséis semicolumnas es única y le confiere una gracia sorprendente, a pesar de sus proporciones truncadas. La disposición de los ladrillos crea patrones como ondulaciones y, desde abajo, la perspectiva se acentúa por el estrechamiento de las semicolumnas hacia lo que era la cabeza del alminar.
Justo al lado del minarete se ha construido un pequeño museo, y vale la pena visitarlo. En él se exponen obras realistas del pintor contemporáneo Mansurov que ilustran escenas de la vida social uzbeka. El depositario de las llaves se encuentra en la escuela vecina: si no está en el museo, no dude en ir a buscarlo allí. También le abrirá el alminar, al que se puede subir. Atención: la escalera de caracol es muy estrecha, empinada y oscura. Pídale al guardia que le preste una linterna.

En el pueblo de Vabkent sobresale la esbelta silueta de un alminar de 39 metros de altura, típico de la arquitectura karajaní. Es solo una ilusión óptica, debido a su esbeltez, lo que lo hace parecer más alto que el alminar Kalon de Bujará, pues este mide cuatro metros menos.

Esta mezquita fue construida cerca de una fuente de agua bendita, un lugar de peregrinación donde coexisten los antiguos cultos zoroastrianos y el culto a los santos del islam.