Restaurantes cocina del mundo Samarcanda

EEl Platan, que forma parte del mini-hotel del mismo nombre, está considerado uno de los mejores restaurantes de la ciudad por muchos locales y turistas. Con su amplia, acogedora y contemporánea sala, una segunda sala privada, una encantadora terraza, una decoración en madera tallada, piedras a la vista o adobe y fotografías antiguas de Samarcanda, ofrece un marco perfecto para deleitarse con las especialidades locales y la cocina de fusión. Es un restaurante elegante donde se encuentran la alta sociedad local y los visitantes que buscan un restaurante de lujo. La cocina tradicional es más refinada que en una chaikhana y el menú ofrece excursiones al territorio georgiano, ruso o asiático. Los precios tampoco son los mismos, por supuesto, pero siguen siendo muy asequibles. Por tanto, podrá disfrutar sin temor a una cuenta indigerible. Cuenta con animación musical todas las noches. El restaurante se llena rápidamente, sobre todo por la noche, así que no olvide reservar una mesa.

El interior es de estilo uzbeko, con pequeñas salas privadas y otra enorme para ocasiones especiales, pero donde caben fácilmente grupos de todos los tamaños. Si va solo o en pareja, seguro que preferirá la terraza, bellamente acondicionada y protegida de la calle por unas cuantas plantas verdes y cortinas. En cualquier caso, encontrará excelentes especialidades centroasiáticas: sopas, ensaladas, shashliks, plov, etc. Los productos son frescos, están bien preparados y la oferta es variada: un lugar excelente para comer en la zona.

De decoración sencilla y agradable en un ambiente acogedor, el Old City sirve unos platos buenos y bastante abundantes, con una amplia selección de recetas de pollo y ternera, así como algunos platos de pescado. No es muy diferente de la cocina uzbeka y rusa, pero es un lugar de confianza y de toda la vida en Samarcanda, con la ventaja añadida de no estar frecuentado por hordas de autocares de turistas. El ambiente no es necesariamente el más cálido del mundo, pero tiene el mérito de ser auténtico. El personal es atento y amable.

Un nuevo local apreciado por los jóvenes más a la moda o más chic de Samarcanda, a quienes les gusta reunirse aquí con los amigos para tomar una copa y compartir platos típicos rusos, o más bien europeos, lo que aparenta tener más clase. Una decoración tirando a sobria, con un aspecto moderno y de diseño: paredes de ladrillos vistos o pintadas de blanco, todo bajo una especie de rotonda. La terraza al aire libre, o terraza jardín, como se la llama aquí, es particularmente agradable en verano.

Uno de los lugares favoritos de los habitantes de Samarcanda para disfrutar de la buena cocina local, preparada con esmero. Recomendamos especialmente el lagman uigur, que es muy bueno aquí, acompañado de un shashlik imprescindible para los grandes apetitos. Los platos son sencillos pero la calidad está ahí, lejos de lo que se suele ofrecer a los turistas. El ambiente es muy agradable, incluso familiar, y todo el mundo parece conocerse desde hace años. El menú no está en inglés, pero no dude en señalar lo que le interesa en las mesas que le rodean.

Está un poco lejos del centro de la ciudad, pero si desea un buen restaurante, este es un establecimiento que se puede recomendar. Casi chic, es posible sentarse al aire libre en la agradable terraza o bien en la sala interior, en cómodos sofás y bancos. Sirven excelente cocina uzbeka entre una decoración muy trabajada, hecha de pequeñas hornacinas orientales, artesanías y frescos murales con los grandes monumentos timúridas. Las porciones son generosas, el servicio impecable y el trato cálido. Una buena relación calidad-precio.

Con un trato muy amable, en este restaurante se ofrecen clásicos uzbekos, sin grandes pretensiones y no muy grandes, que pueden resultar un poco caros. Pero el restaurante está bien situado, frente al Registán, y la decoración es bastante atractiva, con manteles de khan atlas y un gran mural al fresco que evoca las rutas caravaneras al fondo de la sala. Es muy turístico, pero la calidad sigue siendo buena y los precios no son desorbitados. Es perfecto para hacer una pausa durante el día entre dos visitas.

Los numerosos autocares de turistas alineados frente a este gran restaurante asustan y tranquilizan a la vez. Da un poco de miedo por el ajetreo, pero pronto nos damos cuenta de que si muchos grupos vienen aquí a comer es porque realmente merece la pena. Se puede disfrutar de una amplia gama de recetas uzbekas, rusas y europeas bien preparadas y generosamente servidas. El propietario, Azamat, es inflexible en cuanto a la calidad y frescura de sus productos, y el resultado es tan bonito a la vista como bueno para comer. Además, ofrece música en directo algunas noches, y tiene sala para no fumadores.

Este restaurante es toda una institución en Samarcanda: una gigantesca chaikhana con un menú tradicional que se extiende por varias plantas, con takhtans abarrotados y balcones llenos del humo de los shashliks. Aquí es un todo o nada, ya que se puede encontrar un ambiente muy soso y turístico, o auténtico, festivo y cálido. Todo depende de si ha reservado para un autobús lleno de turistas o para una boda uzbeka. En cualquier caso, siempre hay que comprobar la cuenta, ¡porque es caótico!