ABADÍA DE SANTA MARÍA DEL ORBIEU

Construída en el siglo VIII, la abadía de Lagrasse se comunica con el pueblo a través de dos puentes sobre el Orbieu, uno de ellos alomado que data del siglo XI. Una carta del 19 de enero de 779, fecha de su fundación por Carlomagno, le otorga inmunidad y privilegios. Este documento afirma que el abad Nimfridio y sus compañeros habían levantado una iglesia, construido edificios, cultivado campos y plantado viñas, y sugiere que hubo un antiguo monasterio en este mismo lugar. Del siglo IX al X, el monasterio, restaurado durante el periodo carolingio, experimentó un prodigioso desarrollo y se enriqueció gracias a las donaciones de poderosos señores, como atestigua el registro de una escritura del año 951. Su patrimonio se extendía entonces hacia el Rosellón y la diócesis de Urgel. A principios del siglo XII, con el apoyo del papado, sus posesiones se extendían desde el Bajo Languedoc hasta Zaragoza e incluían un centenar de iglesias y cerca de diez monasterios. El peso político de la abadía fue más evidente durante la cruzada contra los albigenses. Benoît d'Alignan, abad de Lagrasse de 1224 a 1230, actuó como mediador entre los ocupantes y los afectados. Fue él quien recibió la sumisión de los cátaros de Carcasona ante el rey de Francia. La abadía alcanzó su apogeo a finales del siglo XII bajo el impulso de Auger de Gogenx, abad de 1279 a 1309. A este reformador, que redactó un importante estatuto en 1296, debemos la mayor parte de las construcciones medievales del complejo, y en particular la reconstrucción del dormitorio y del palacio del abad.

La primera parte del siglo XIII fue una época de crisis para la abadía debido a la reducción de las dotaciones de los templarios. En 1348, una epidemia de peste negra resultó mortal para la mayoría de los habitantes. Con la agitación provocada por la Guerra de los Cien Años, la influencia y la riqueza de Lagrasse disminuyeron. Sin embargo, en 1363, el abad Guy du Breuil parecía disponer de recursos suficientes para realizar algunas reformas, como la reparación de la toma de agua del canal de derivación del Orbieu para permitir el abastecimiento del monasterio.

El comienzo del siglo XVI estuvo marcado por el abad Philippe de Levis, quien hizo instalar una gran chimenea en el palacio abacial. También fue responsable del campanario monumental, al sur del crucero de la iglesia abacial, que debía alcanzar los 81 metros, aunque se quedó en la mitad; hoy en día sigue siendo la parte más imponente de la abadía.

El siglo XVII estuvo marcado por un renacimiento religioso con la introducción de la reforma de San Mauro en 1662, que no fue aceptada con facilidad por algunos clérigos. El abad Armand Bazin de Bezons, durante el siglo XVIII, fue el iniciador del último periodo de prosperidad económica, durante el cual, los monjes completaron la mayoría de los edificios clásicos.

Desde el siglo VIII hasta el XVIII, se sucedieron 64 abades que participaron activamente en la vida religiosa y económica de Languedoc y Cataluña. Tras la revolución, el 29 de agosto de 1792, la comunidad, con una decena de monjes, fue expulsada, en contra de los deseos de los habitantes del pueblo. La abadía fue precintada, saqueada y parcialmente vandalizada, vendida en subasta y dividida en dos lotes en 1796, uno de los cuales fue comprado por la familia Berlioz.

El monasterio estaba dividido en dos partes independientes. La llamada parte pública incluye principalmente habitaciones que datan de la época medieval, que se encuentran en la planta baja y en el primer piso. En total, los visitantes que deseen conocer mejor la vida cotidiana de los monjes de la época podrán ver unos diez espacios públicos, entre ellos: los apartamentos del abad (también llamado palacio abacial), el dormitorio común, el patio del palacio abacial, la bodega, la panadería (cuyo horno de piedra aún se puede ver), la capilla (cuyo mural al fresco representa el Juicio Final) y la sacristía. Los que opten por la visita libre del espacio público cuentan con una serie de recursos que complementan la exploración de la abadía. En primer lugar, a lo largo de la visita, hay mostradores de información turística en los que podrá obtener más información sobre las zonas exploradas. También se exhiben permanentemente dos películas, una de las cuales recorre la historia de la abadía desde su fundación hasta la actualidad. Antes de su visita, no olvide descargar el folleto turístico (también disponible en inglés, español y alemán) del sitio web oficial: https://abbayedelagrasse.aude.fr/visite-individuelle. El folleto está repleto de anécdotas e incluye un mapa e información detallada sobre las diferentes zonas que visitará. Un código de colores permite saber de qué época data cada habitación. Por último, si dispone de un smartphone, también le recomendamos que se descargue la aplicación gratuita País Cátaro (IOS y Android), que ofrece una visita inmersiva en una veintena de monumentos de la región, entre ellos la abadía de Lagrasse. Con su contenido desarrollado por historiadores y expertos, invita a realizar una inmersión interactiva y entretenida en este lugar cargado de historia. Una buena idea para interesar al público más joven.