Platos a la carta y cocina tradicional mejorada presentados en una pizarra en un restaurante de Nantes.
Recibidos por un gigantesco playmobil, bajo un techo de lámparas de araña de todo tipo, se entra en la cueva a las mil encuentros retro por una puerta rosa que recuerda más la de una casa (en casa de mamá??) que de un restaurante. Unos enanos de jardín en estanterías hacen compañía a los clientes, que pueden comprar todos los objetos de decoración expuestos en las paredes en un pesquillo de cosas bonitas y de broc -3: carafas, figuras, despertador, tetera, joyas, candelabros, placas decorativas de fundición… en el menú, ya que estamos aquí para comer, pocas fórmulas pero esencialmente platos a la carta, presentados sobre pizarra y con un espíritu de cocina tradicional mejorada 1965: las terneras borgoñosas, blanqueadas, magret de pato, pihis Parmentier, e incluso ancas de rana o caracoles en el perejil y ajo típicamente francés, mezclan platos más exóticos, como las gambas asadas a la citronella o el asado de pollo coco/curry con especias tailandesas y cilantro. Algunos platos están cocidos al fuego de madera en una bonita chimenea, como el carro de cerdo asado, y cuando se viene a arreglar la nota al mostrador (algo salada, sobre todo si se vuelve con un objeto) puedes ver, en la cocina, dos mujeres con hornos. Es como en casa de una madre de antaño 1965.
Je recommande les yeux fermés!