LAGUNA DE PITCH

Cualquiera que haya echado un vistazo a los folletos turísticos locales o haya hablado con trinitenses estará de acuerdo en que la extraña característica geológica del Pitch Lake -el lago de asfalto de La Brea, un pequeño pueblo a unos 20 kilómetros al sur de San Fernando- es tal motivo de orgullo en toda Trinidad que muchos lugareños no dudan en declararlo la octava maravilla del mundo. Sin embargo, el famoso lago tiene todo el aspecto de un viejo asfalto costroso que huele a alquitrán bajo el plomo de un calor estival y, a menos que a uno le apasione la geología, se siente más bien engañado, incluso un poco decepcionado por este lugar singularmente poco acogedor. Pero el sitio es realmente curioso, rozando lo improbable. Un paseo tras los pasos de un guía oficial -y no se aleje de él, algunas partes del lago se mueven y puede hundirse en él- le permite acercarse a la realidad de esta extensión de asfalto, ya conocida y temida en tiempos precolombinos. Las leyendas amerindias cuentan que el jefe de una tribu caribe, en su loca arrogancia, capturó y mató al colibrí sagrado. Los dioses se vengaron arrojando a toda la tribu a las profundidades de los fluidos negros y viscosos. Aún así, los movimientos telúricos que agitan esta gran olla de betún devuelven periódicamente a la superficie trozos de madera y artesanía amerindia. (Algunas de ellas pueden verse en la pequeña cabaña de la oficina de turismo, que sirve tanto de pequeño museo como de lugar para los guías oficiales) Aunque nadie sabe realmente cuál era la verdadera relación de los pueblos primitivos con el lago, lo cierto es que su primer descubrimiento por parte de Europa se produjo en 1595, cuando sir Walter Raleigh, un famoso corsario inglés bajo el mando de Isabel I, utilizó el alquitrán del lago para calafatear su barco. Registró el descubrimiento en su cuaderno de bitácora. La explotación industrial del lago Pitch comenzó en la segunda mitad del siglo ^XIX. Todavía se practica hoy en día y así ha sido durante más de siglo y medio. Se han extraído miles de toneladas de asfalto de alta calidad, sin que el yacimiento haya disminuido, ya que los recursos parecen inagotables. El tamaño del lago es realmente impresionante: 100 ha de superficie y 80 m de profundidad estimada. Sólo existen otros dos lagos de este tipo en el mundo, uno cerca de Los Ángeles y otro en Venezuela. Preste especial atención a su calzado. En la estación seca, el asfalto tiende a pegarse a los zapatos; en la estación lluviosa, un par de botas es una comodidad bienvenida. El asfalto retiene la lluvia en la superficie del lago, y hay que vadear charcos constantemente. Unas últimas curiosidades anecdóticas recompensarán a quienes pisen con sus pies las extensiones gomosas, a menudo parecidas a chicles. Seguramente le sorprenderán los extraños pececillos que se han visto obligados por la evolución a aclimatarse a las aguas sulfurosas que llenan las grietas del betún y el sorprendente espectáculo de las viejas casas de madera construidas en las orillas del lago, que se han tambaleado por completo con el paso del tiempo bajo el efecto de las lentas corrientes que fluyen por el subsuelo. Se diría que algunas de ellas se construyeron en varios niveles.