RANDONNÉE COTIÈRE
Se trata de uno de los paseos más bellos de la isla, muy frecuentado por los viajeros sin que ello le reste la mágica sensación de estar solo en el mundo. Dedíquele al menos medio día o un día entero, incluido un picnic -salvo para comer en uno de los restaurantes o cabañas junto al mar-.
El paisaje alterna playas de ensueño, inmaculadas y solitarias, calas sublimes y zonas más rocosas con vistas al océano. Se pasa primero por la larga, hermosa y salvaje playa de Graviers, donde el mar está bastante agitado. Después se llega a Anse Bouteille, con su magnífico banco de arena que domina una laguna de aguas cristalinas encajonada entre dos muros. Anse Philibert (o Grande Anse), a la que se llega a continuación, debe su nombre a un antiguo gobernador de la isla, Philibert Marangon. Cuidado con las corrientes en esta cala. Qué regalo cuando, desde lo alto de un acantilado, se topa con Trou d'Argent, LA playa más comentada de Rodrigues: un tramo de cala encajonado entre dos acantilados, ideal para nadar... El agua es tan cristalina que, incluso sin máscara, se pueden ver los brillantes colores de los peces. Un poco más al noreste, entre Baie de l'Est y Tasman, se atraviesa una zona protegida repoblada de filaos. A continuación, la ruta sigue de nuevo la costa, atravesando las magníficas playas de Saint-François, Anse Ally y Fumier, idílicas en su suave soledad. Finalmente, se llega a Pointe Coton, donde, tras un último baño en la laguna poco profunda, se puede disfrutar de una copa en el bar Cotton Bay (si ha vuelto a abrir).