CATEDRAL DE LA HABANA
La catedral ocupa todo el lado de la calle Empedrado que da a la plaza, entre San Ignacio y Mercaderes. Los jesuitas comenzaron a construirlo en 1748, pero las obras se detuvieron en 1767, cuando fueron expulsados de Cuba por orden del rey Carlos III de España. En 1772, la Parroquia Mayor, que había sido erigida en la Plaza de Armas pero que quedó reducida a polvo por la explosión del barco Invencible (anclado en el puerto), fue trasladada a esta plaza. Las obras se reanudaron y terminaron en 1777. Once años después, en 1788, la isla se dividió en dos diócesis y acogió al obispo José de Très Palacios. Transformó el oratorio de San Ignacio en una catedral dedicada a la Purísima Concepción. Entre 1946 y 1950 se llevaron a cabo otras reformas, por iniciativa del cardenal-arzobispo Manuel Arteaga, en particular para mejorar la luz de la catedral, que se dice que ganó en ventilación y belleza.
Hoy en día se llama Catedral de San Cristóbal de La Habana, pero para los cubanos es simplemente la catedral. Con sus 35 metros de fachada, es un cuadrilátero de dimensiones impresionantes. Ni el paso del tiempo ni el clima tropical han sido benévolos con la piedra, pero con la ayuda de la restauración, San Cristóbal sigue siendo una de las iglesias más bellas e imponentes de Cuba. La fachada es claramente barroca y su decoración inspiró a los arquitectos de muchos palacios de La Habana. El ojo clásico francés no dejará de notar la asimetría de las torres laterales: la de la izquierda es más estrecha para que el callejón que corre a su lado no esté cerrado. Es en esta torre donde se encuentra el mecanismo que acciona las campanas. En el interior, el estilo es claramente neoclásico, siguiendo las modificaciones ordenadas en 1814 por el obispo Espada, gran defensor y promotor de este estilo. Dos filas de columnas separan la nave central de las dos laterales. De esta época son también los óleos del francés Jean-Baptiste Vermay. El altar central y el tabernáculo fueron decorados con tallas de madera y adornos de oro por el italiano Bianchini, bajo la dirección del español Antonio Sola. Esta talla y orfebrería se realizó en Roma. Los tres frescos sobre el altar son obra de otro artista italiano, Giuseppe Perovani. Por último, cabe destacar que se cuenta que los restos de Cristóbal Colón estuvieron durante mucho tiempo en la nave central de la catedral, al menos hasta 1898, cuando fueron trasladados a Sevilla.
rare sont les monuments catholiques à CUBA mais celle ci est particulièrement jolie!