PARC GRŪTO

El 15 de junio de 1940, 150.000 soldados del Ejército Rojo penetran en Lituania. Hasta 1990, la aplicación de la ideología del régimen extranjero hace estragos considerables: 360.000 personas son encarceladas, asesinadas o deportadas; 440.000 abandonan el territorio. Es un tercio de la población que desaparece.

La visita empieza sumergiéndote directamente en el ambiente: alambradas y mirador, como si entráramos en un campamento. A la izquierda, el vagón (zisai) de época está ahí para recordar o hacer prácticas las condiciones de transporte de los deportados a Siberia. El viaje duraba un mes, sin higiene ni salud. Un millar de personas pasaban todos los días para las regiones de Krasnoïarsk, Irkutsk y Tomsk principalmente. A la derecha, todos los recortes de prensa de muchos países, entre ellos Francia, recuerdan que, en la apertura, este parque no hacía unanimidad.

Después de esta entrada en materia, tiene que pagar el derecho de entrada. El parque expone, en particular, todas las estatuas de los grandes dignatarios rusos y lituanos que se desprenden de las plazas del país a la caída del régimen en 1990. Todos esos dignatarios hundidos en el bronce o esculpidos en la piedra, todos esos grupos de obreros o de seguidores que formaban parte del antiguo paisaje fueron, en su mayoría, recuperados por Viliumas Malinauskas, un empresario que hizo fortuna en las conservas de setas. Las estatuas de Stalin, Lenin, Marx, Engels son las más numerosas. Se observará la de Feliks Dzerzhinsky, «el autor» del primer gulag (que más tarde inspirará la idea de los campos de concentración). Algunas esculturas van acompañadas de una biografía del tirano. La visita del museo, de la biblioteca y de la "casa de la cultura" es terrible: medallas, películas y comentarios rebasan la enajenación efectuada durante 50 años. Mientras que entre estos fantasmas de una época acabada, aquí y allá, los altavoces de época destilan canciones soviéticas. El parque ofrece espacios más lúdicos, especialmente para los niños: un zoo y juegos.