CONJUNTO ESCULTÓRICO DE CONSTANTIN BRÂNCUŞI
Un buen punto para comenzar el recorrido por las obras de Brâncuși es el parque central, que se extiende a lo largo del río Jiu, inmediatamente al oeste del centro de la ciudad. Aquí podrá ver tres esculturas que el artista creó entre 1937 y 1938, como conmemoración a los muertos de la Primera Guerra Mundial. En la entrada del parque, al final de la vía Eroilor, se alza la Puerta del beso (Poarta Sărutului), una especie de arco de triunfo de 5,30 metros de alto y 6,60 metros de ancho, que recuerda a las puertas de madera típicas de la región, decoradas con motivos folclóricos. En cada una de las dos columnas que sostienen la puerta hay talladas representaciones estilizadas de un hombre y una mujer unidos por un beso, de ahí su nombre. Los sábados, verá a muchas parejas de recién casados salir de la iglesia para hacerse una foto bajo la puerta. A continuación, se recorre el Callejón de las sillas (Aleea Scăunelor), con sus «plataformas» que evocan las secciones de la Columna del infinito. Más adelante está la Mesa del silencio (Masa Tăcerii), donde cada uno de los doce «taburetes» que rodean la mesa de 2,18 metros de diámetro representa un mes del año. Su forma se inspira en las antiguas mesas campesinas.
La escultura más famosa de Brâncuși es la Columna del infinito (Coloana Infinitului). Se encuentra al este del centro de la ciudad. Para visitarla, hay que pasar por la entrada principal del parque y caminar por la vía Eroilor hasta su otro extremo. Pasará por delante de una iglesia redonda, luego junto a unas bonitas casas y más tarde deberá cruzar la vía del tren. Finalmente, suba en línea recta hasta la cima de una colina. No empezará a impresionarle hasta que no se acerque a la obra y la contemple en toda su magnitud. Construida en cobre fundido (ha sido recientemente renovada, por lo que está especialmente brillante) y con 29,35 metros de altura, simboliza la conexión espiritual entre el hombre y el infinito. El artista se inspiró en los pilares de las casas de campo, que reconocerá rápidamente si visita la campiña rumana. La obra fue objeto de una importante restauración entre los años 1996 y 2000, tras ser declarada «bien público de interés nacional» por el gobierno de la época. Su aspecto, textura y color cambian constantemente, según la meteorología, la hora del día o el estado de ánimo del que la contempla.
Si desea completar su «peregrinaje Brâncuși» por Rumanía, diríjase a Hobița, el pueblo donde nació, a 30 kilómetros al oeste de Târgu Jiu. Allí podrá visitar la casa donde creció, hoy convertida en museo. También puede visitar el Museo de Arte de Craiova, donde se exponen algunas de sus obras.