Guía de viaje Tórshavn

La capital es una ciudad dinámica y acogedora, donde destaca el puerto mercante, con sus coloridas fachadas, y el puerto que recibe a los viajeros, cerca de la antigua fortaleza de Skansin, cuyos edificios aún están recubiertos de espesa hierba verde. Detrás aguarda la ciudad moderna, ubicada sobre las colinas. El autobús que viene del aeropuerto desciende lentamente hacia el mar, entre casas de una arquitectura típica de estas tierras rodeadas de jardines. El centro histórico invita al paseo por sus callejuelas, donde aún se pueden ver las extrañas cabañas de madera negra que se usan para secar la carne y el pescado. La capital aparece entonces con todos sus atributos: la zona donde se concentran las oficinas de la administración gubernamental, el pequeño edificio que alberga el Parlamento, bancos, tiendas y, un poco más lejos, el jardín municipal, el teatro… Toda una oferta de paseos y descubrimientos en una extraña calma: aquí la gente vive muy poco al aire libre, acostumbrada a los largos inviernos nocturnos, de manera que se encontrará a pocos habitantes, cuyo saludo suele ser automático, y a veces ni eso. Fuera de los horarios de apertura de las tiendas, solo los turistas parecen disfrutar paseando por esta geografía tan diferente. No obstante, en los últimos años la vida nocturna ha cambiado. El aumento del cupo de licencias para vender alcohol ha permitido que varios bares, restaurantes y discotecas abran sus puertas. Los jóvenes feroeses y, en general, todos los que han tenido la oportunidad de estudiar o trabajar en Dinamarca, aspiran a vivir en una capital más abierta al mundo moderno.