CATEDRAL DORMIDA
Si sólo hay que visitar una catedral, es ésta. De todos los monumentos de la fe ortodoxa en Rusia, la Catedral de la Dormición es la más majestuosa, la más bella y también la más acogedora. Esta iglesia ha sido siempre un importante santuario en el que se coronaba a los príncipes y se enterraba a los metropolitanos, pero fue Iván el Grande quien se encargó de convertirla en un símbolo del poder de la naciente nación moscovita, encargando al arquitecto italiano Fioravanti la transformación del edificio. Fioravanti trabajó en lo que se convirtió en la obra maestra de su carrera. Utilizó las reglas del Renacimiento italiano, jugando con el espacio y la luz, que combinó con el estilo eslavo, que jugaba con los colores, las tallas de madera y las formas. El resultado es sobrecogedor: el interior de la catedral, decorado con oro, impone respeto, y los rojos y azules brillantes que la pintan la hacen parecer más grande. Hoy también se puede ver el trono de Iván el Terrible, una reliquia del pasado, con su carpintería decorada con escenas de la vida cotidiana de su época (1550).
El iconostasio de la catedral data de 1652 y su famoso icono de Nuestra Señora de Vladimir se encuentra a la izquierda de la entrada central (una copia del siglo XV del original bizantino del siglo XII está en la Galería Tretyakov). En definitiva, tómese al menos una hora para empaparse de la atmósfera casi mística de una inmersión en la fe ortodoxa rusa y el poder de los zares.
Émouvante! Sauf que pendant ces temps-là, la vie des gens ordinaires n'étaient pas rose.