CATEDRAL METROPOLITANA DE LIVERPOOL DE CRISTO REY
Pocas ciudades pueden jactarse de tener dos catedrales. Se necesitaba al menos una historia tan rica como la de Liverpool para llegar allí. Durante la gran hambruna (de 1845 a 1852) medio millón de irlandeses encontraron refugio a orillas del Mersey. Muchos fueron a los Estados Unidos, pero muchos otros eligieron quedarse. Mayoritariamente católicos, la cuestión de encontrarles un lugar de culto se plantea rápidamente. En 1856, la Lady Chapel sale de tierra pero nunca será una catedral, y finalmente destruirá en los años 1980. Cuando se adquiere un terreno en el extremo norte de Hope Street en 1930, Sir Edwin Luyters se encarga de construir un edificio digno del proyecto de la vecina neogótica anglicana. Sus audaces planes imaginan la segunda iglesia más grande del mundo, inspirada en la basílica de San Pedro de Roma. Es sin contar con la guerra, que pone fin al proyecto, considerado demasiado costoso. Sólo la cripta habrá terminado. En 1953, el hombre que retoma la antorcha es Adrian Gilbert Scott, hermano de Giles. Pero la historia habría sido demasiado bella y él tampoco acaba con sus propósitos. A Sir Frederick Gibberd se le debe la versión visible hoy, concluida en 1967. Su fachada impresiona por su torre en forma de corona que se eleva hacia el cielo y sus formas espaciales desentonan completamente con los esbozos originales. En el interior, unas bonitas vidrieras modernistas se besan de forma espectacular a la luz del sol y arrojan luz colorida en las paredes. La forma circular y celestial de la sala deja sin voz y lleva totalmente fuera del tiempo.