CIUDADELA DE GJIROKASTRA

Erigida sobre un espolón rocoso que domina la ciudad a 336 m de altitud, esta inmensa fortaleza medieval (600 m de largo y 70 m en su parte más ancha) fue construida en gran parte por los déspotas del Epiro a partir del siglo XII. Desde lo alto de sus murallas, bien conservadas, se puede disfrutar de una magnífica vista panorámica de toda la ciudad, el valle del Drin y el macizo de Mali i Gjerë. La ciudad desempeñó un importante papel estratégico durante siglos, ayudando a controlar las comunicaciones en el valle. El lugar fue fortificado a partir del siglo V por los bizantinos, que lo llamaron «Castillo de plata» (Argyrókastro/Αργυρόκαστρο en griego), término que dio origen al nombre actual de la ciudad. La ciudadela fue tomada en 1414 por los otomanos. Entonces reforzaron las fortificaciones y establecieron allí una gran guarnición. Conquistada en 1811 por Alí Pachá, estaba dotada de un acueducto de 10 km que traía el agua del pie del monte Sopo. Esta obra de arte fue destruida en 1932, pero sus restos aún pueden verse si se toma la carretera que rodea la ciudadela por el suroeste. A partir de la década de 1930, el edificio se convirtió en prisión bajo el reinado del rey Zog, y fue utilizado como tal por los italianos, los alemanes y el régimen de Enver Hoxha hasta 1968. En el siglo XIX, el acceso al castillo se realizaba a través de tres puertas; actualmente solo están en uso las del noreste y suroeste. La visita del recinto comienza en la sección subterránea, donde se encontraban los antiguos almacenes y cuarteles de la guarnición. Se puede deambular libremente por la zona, pero hay que advertir que las orillas no son seguras.

Visita

Mausoleo de los babás – A la derecha de la taquilla. Las bóvedas, especialmente impresionantes, conducen a un pequeño patio que alberga desde los años noventa el mausoleo bektashi de los babás («padres») Sullán y Kapllan, dos dignatarios de esta orden que vivieron en Gjirokastra, respectivamente, en el siglo XVI y en el XVII.

Gran avenida – A la izquierda de la taquilla. Construido bajo el reinado de Alí Pachá, este paso subterráneo sirvió hasta 1990 de prisión política al régimen comunista. La «gran avenida» acoge hoy material militar del ejército albanés utilizado entre 1913 y los años setenta: una veintena de piezas de artillería, morteros, cañones antiaéreos y un ejemplar raro de tanque italiano ligero, capturado en 1944.

Museo de las Armas – Al final de la Gran Avenida. Esta parte de la antigua prisión se convirtió en museo en 1971. Este alberga muchas armas ligeras del siglo XX, pero también algunas estatuas, pinturas, uniformes y trajes, y relata, siempre según la museografía heredada del período comunista, la lucha de los guerrilleros contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Debido al grosor de las paredes, y a pesar de las ventanas y la iluminación, se camina en una penumbra inquietante.

Muralla noroeste – Después del museo. La luz se encuentra siguiendo un camino bordeado por una serie de arcadas. En una de las primeras arcadas se observa la placa con una cita de la escritora francesa Guy Chantepleure, cónsul de Francia en Atenas y testigo de las guerras balcánicas (1912-1913). Más adelante se exhiben los cañones del ejército de Alí Pachá.

Avión americano – Rempart noroeste. En el borde de la muralla que domina la ciudad se encuentra la estructura de un caza de la Fuerza Aérea estadounidense Lockheed T -33 Shooting Star, forzado a aterrizar cerca de Tirana el 23 de diciembre de 1957 mientras sobrevolaba el espacio aéreo albanés. En plena guerra fría, el piloto fue capturado, acusado de espionaje antes de ser liberado dos semanas después. Así, el aparato fue expuesto en el Museo de las Armas como un avión espía. En realidad, se trataba de un aparato de entrenamiento que conectaba las bases norteamericanas de Châteauroux y Nápoles.

Patio de la Fortaleza – Continuando siempre hacia el noreste, se llega a un vasto espacio descubierto donde se erige un escenario montado en 2000, en el que cada cinco años se celebra el Festival Nacional Folclórico de Gjirokastra. En este lugar se descubrieron entre 1983 y 1984 los restos más antiguos de la ciudad, de tejas y cerámicas que datan del siglo IV al siglo II a. C. A la derecha del escenario, observe el pequeño mausoleo bektashi del babá Sanxhaktari, alto dignatario de la hermandad del siglo XVII.

Torre del Reloj – En el extremo noreste de la ciudadela. Dominando toda la ciudad, se construyó en la ubicación de una antigua iglesia ortodoxa a principios del siglo XIX, poco después de que Alí Pachá tomara la ciudad. Servía, como los relojes tradicionales otomanos, para indicar la hora de las oraciones a los fieles musulmanes y marcaba el ritmo de la ciudad. Su mecanismo, muy elaborado (que tenía en cuenta el retraso gradual de la duración del día), dejó de funcionar durante la Primera Guerra Mundial y desapareció. Al pie de la torre hay búnkeres, depósitos de municiones y el puesto de mando de artillería que domina el valle del Drin.

Túnel – Bajo la fortaleza – acceso libre. Se ha excavado según un eje noroeste-sudeste. Permite combinar de manera agradable (con un paso al aire libre) una vuelta al castillo por el exterior y unas vistas a la otra vertiente.