Aquí es donde el colonizador alemán vino a visitar al mwami cuando llegó al país. La corte real era también el centro de una intensa vida cultural y artística: poetas, cantantes y bailarines amenizaban las veladas reales. Durante el día, Nyanza atraía a comerciantes, criadores y artesanos. El impresionante palacio real de Nyanza, una gigantesca cúpula construida sólo con materiales tradicionales, ha sido cuidadosamente restaurado a su condición de siglo XIX y convertido en un museo. Como era la capital de la monarquía tutsi, se puede adivinar que los regímenes que se sucedieron desde la independencia apenas estaban dispuestos a invertir en esta ciudad histórica, que ni siquiera tenía un hotel de lujo. Pero desde el genocidio, las cosas han cambiado. Las avenidas han sido pavimentadas, la gama de hoteles se ha ampliado y los sitios a visitar se han vuelto muy atractivos. En 2012, el Tribunal Penal Internacional para Rwanda condenó a cadena perpetua a Ildephonse Nizeyimana, miembro de la élite militar de Rwanda antes de 1994, declarado culpable de ordenar la ejecución de la reina Rosalie Gicanda, viuda del rey Mutara III, y de varios otros tutsis. El último mwami fue Kigeli V, cuyo nombre de nacimiento fue Jean-Baptiste Ndahindurwa. Gobernó Rwanda de 1959 a 1961, cuando fue derrocado y se abolió la monarquía tutsi. Murió en octubre de 2016 en los Estados Unidos, donde vivía. Durante sus 55 años de exilio, nunca volvió a ver su país.

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Palais royal de Nyanza. RDB
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