A caballo entre dos departamentos (Alpes de Alta Provenza y Vaucluse), el Luberon es una pequeña joya. Este pedacito de tierra respira excepción. Y es que el Luberon ha permanecido durante mucho tiempo al margen de las revoluciones modernas. Aquí, los hombres han tenido que luchar contra una naturaleza traviesa que ha jugado con sus culturas, su paciencia, y los ha hecho sólidos e ingeniosos. Son todas estas generaciones las que nos dan un paisaje armonioso donde los grandes mas (¡y pensemos en pronunciar la "s"!) se dispersan en las hileras de viñas, lavandas o cerezos, a veces dominados por pueblos encaramados(Bonnieux, Lacoste...). Un paisaje donde las pequeñas carreteras son otras tantas venas que surcan las colinas y los bosques. Seguimos los caminos que atraviesan la garriga, el muro de la peste que nos recuerda el miedo y la locura de los hombres. Los pueblos y pequeñas ciudades, Apt, Lourmarin, Manosque, Cavaillon, Rosellón y su sendero ocre..., han conservado su alma, sus colores. Aquí, no hay edificios, sino casas de piedra seca (no se pierda el pueblo de los bories), plátanos y micocultivadores bajo los que podrá degustar el fruto de la codicia de todos los productores locales... y son numerosos y talentosos. Así que tómese un respiro... Acepte este ritmo ligeramente diferente donde las horas no tienen el mismo sabor, los ojos brillan y las palabras cantan.