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Danza

En Menorca, como en Mallorca, es imposible perderse el Ball de Bot, que literalmente significa "el baile de los saltos". Fue durante los siglos XVII y XVIII cuando las clases altas de la sociedad se iniciaron en este arte, dejando para más tarde las clases más populares. Transmitido de generación en generación, el Ball de Bot tiene una versión oficial y muchas variaciones. Incluso se permite la improvisación Lo que no ha cambiado, sin embargo, es la presencia de la música, interpretada con instrumentos tradicionales como las castanyoles, la xeremia (un tipo de gaita) y el flabiol (una pequeña flauta de cinco agujeros). También es muy típico el guitarró. El vestuario desempeña un papel importante en el Ball de Bot: los hombres llevan pantalones hasta la rodilla y un cinturón ancho. Las mujeres llevan falda, blusa y rebosillo.

Existen diversas variantes del Ball de Bot: el fandango, la jota, el bolero y la mateixa i el copeo. El más popular es, sin duda, el bolero, en el que la bailarina cruza a su pareja y gira con los brazos en alto. Todos estos bailes tradicionales siguen siendo interpretados y practicados en la actualidad por numerosas agrupaciones folclóricas. Entre ellas destacan Los Parranderos, Traginada, Joana Pons amb Ses Guiterres y Trio Arrels de Menorca.

Música

Forma de canto improvisado típica del Mediterráneo, la glosa menorquina es una tradición artística singular y muy extendida. El canto, más parecido a la poesía hablada, va siempre acompañado de una melodía de guitarra llamada "ses porgueres". La glosa es breve y se interpreta en fiestas populares, reuniones familiares y celebraciones de pueblo. La glosa también puede ser comprometida, un poco crítica con la sociedad. De hecho, aquí es donde se originó esta forma de arte: ¡la glosa nació en el siglo XVII denunciando los estereotipos del sistema de clases! La melodía es muy importante en la glosa, el tono es controlado, a veces susurrado, aunque ligeramente trágico de vez en cuando. El guitarrista también improvisa, siguiendo la declamación del glosador. Se dice incluso que uno inspira al otro.

No es raro escuchar música habanera en Menorca. Esta estética procede de Cuba, y en su origen era más bien un baile. La interpretan dos personas, es lenta y se balancea. La música, que se puede escuchar en muchos bares de Menorca, es suave, festiva y popular.

El jazz es también una de las músicas más populares de la isla balear Esto se debe, sin duda, a las numerosas actividades de la asociación Jazz Obert, creada en 1998 por un grupo de locales apasionados por este estilo. Desde hace más de veinticinco años, organizan el Festival de Jazz de Menorca, que acoge cada año a grandes nombres del jazz internacional y a talentos locales como Marco Mezquida, pianista y compositor menorquín. El certamen dura cuatro meses y se celebra en varios espacios emblemáticos de Menorca, como el Teatre Principal de Maó, uno de los espacios escénicos más antiguos de España, la Sala Albert Camús, el Auditòri de Ferreries, el Teatre des Born y la Lithica, un anfiteatro al aire libre construido en una antigua cantera de arenisca.

A lo largo del año, la asociación organiza otros espectáculos, que van desde el jazz al swing, pasando por la poesía.

Los aficionados al jazz sin duda querrán salir a las calles de Ciutadella, la ciudad más animada de Menorca, donde varios clubes acogen conciertos del género, entre ellos el Jazzbah, cita obligada para los melómanos.

Además de acoger el Festival de Jazz de Menorca, el Teatre Principal de Maó es el teatro de ópera más antiguo del país. Se construyó en 1829 y ha estado en funcionamiento desde entonces. El edificio se convirtió en un prestigioso escenario deópera, acogiendo obras del músico y compositor Joan Bellot i Taltavull, y más tarde del compositor italiano Rossini. Los menorquines se aficionaron a la ópera, ¡sobre todo a la italiana! Hoy en día, la ópera sigue ocupando un lugar destacado en la programación, e incluso hay algunas personas que trabajan para seguir promoviendo esta disciplina artística. La asociación Amics de s'Òpera de Maó se constituyó en 1971 para promover la tradición operística de la ciudad. Sus esfuerzos se vieron reforzados en 2006 con la puesta en marcha de la Fundació Menorquina de l'Òpera, convirtiendo a Menorca, más que nunca, en la isla española de la ópera por excelencia.

La isla también ha visto nacer a dos embajadores de este arte, Joan Pons, reputado como el mejor barítono del mundo, y Simón Orfila, también cantante de ópera, que actúa internacionalmente.

Desde 1973 se celebra cada año en la iglesia del Socors de Ciutadella un festival de música clásica, el Festival de Música d'Estiu. Es una oportunidad para escuchar ópera y orquestas en un contexto diferente.

Otras dos citas ineludibles del verano menorquín son los Fosquets de Lithica, que se celebran en las Pedreres de S'Hostal, con conciertos de músicas del mundo, clásicas y antiguas. Y el Festival Pedra Viva, que celebra la música y las artes escénicas en lugares de interés patrimonial conocidos e insólitos.

Las Islas Baleares también están en el circuito de muchos artistas internacionales de la escena de la música electrónica. Aunque Menorca no está especializada en música electrónica como su vecina Ibiza, varias discotecas ofrecen un ambiente nocturno que atrae a la generación más joven y completa la oferta turística de Menorca. Las pocas discotecas se encuentran principalmente en Ciutadella, al oeste de Menorca, una localidad costera famosa por su puerto y su casco antiguo.

Teatro

Junto a la ópera, el teatro también es muy valorado en Menorca, con dos espacios que acogen obras durante todo el año: el Teatre Principal de Maó y el Teatre des Born, que juntos concentran la mayor parte de la actividad teatral de la isla, además de los pequeños auditorios repartidos por la isla. El Théâtre des Born permaneció cerrado durante diez años antes de reabrir debido a reformas y trabajos de renovación. La estructura incluso da nombre a uno de los premios teatrales más prestigiosos del país, el Premio Born de Teatro, que cada otoño reúne en Menorca a los mejores dramaturgos españoles. La historia de la isla está incluso estrechamente ligada a la de Albert Camus, destacado dramaturgo cuya abuela era menorquina. Camus visitó Menorca en 1958 y quedó profundamente conmovido por la experiencia.

Se dice que en Menorca hay más caballos que habitantes... Lo cierto es que en la isla la diversión no sólo se encuentra en las tablas de los teatros. Los espectáculos ecuestres de Menorca, conocidos como jaleo, son muy famosos. Suelen celebrarse durante los meses de verano, con motivo de las fiestas patronales de los pueblos de la isla. Sant Joan da el pistoletazo de salida en Ciutadella los días 23 y 24 de junio, y el periodo festivo suele concluir con la Mare de Déu de Gràcia, que se celebra en Maó el 9 de septiembre. Entre medias, las fiestas populares tienen lugar en julio en Sant Martí de Es Mercadal, Sant Antoni de Fornells y Sant Jaume de Es Castell, y en agosto en Sant Cristòfol de Es Migjorn Gran, Sant Gaietà de Llucmaçanes, Sant Llorenç de Alaior, Sant Climent de Sant Climent, Sant Bartomeu de Ferreries y Sant Lluís de Sant Lluís.

Desde el siglo XIV, se organizan peregrinaciones de pueblo en pueblo para seguir las fiestas. El caballo se convirtió naturalmente en el medio de locomoción para estos desplazamientos. El animal se integró en las celebraciones a través de espectaculares justas ecuestres en las que participaban diferentes sectores de la sociedad de la época. Estos rituales se han conservado y continúan hasta nuestros días.

En estos espectáculos participan jinetes y escuderos, todos ellos ataviados con trajes blancos y negros. Los caballos menorquines forman una procesión llamada "qualcada" y desfilan por los pueblos. Lo más destacado del espectáculo son los "Bôts", figuras típicas de esta práctica, que consisten en hacer que el caballo se levante sobre sus dos patas traseras y mantenga la postura durante unos segundos.

El ambiente es a la vez solemne (en el sentido religioso de la palabra) y muy festivo. Este ambiente se multiplica por diez en Maó al final de las fiestas patronales. El jaleo es una experiencia que no debe perderse cuando descubra la isla de Menorca. Basta con oír las campanas de la iglesia para saber que la fiesta ha comenzado. Tras el desfile de jinetes y caballos por las calles del pueblo, llega el momento de la justa nocturna en la plaza del ayuntamiento.

En castellano, jaleo se puede traducir como "alboroto" o "lío". Esto se explica por el fervor de la multitud, la música constante y el calor de finales de verano. Es una forma diferente de ver la tranquilidad de unas vacaciones, ¡pero un baño cultural garantizado!

Menorca tiene otra tradición artística que añadir a la lista: la encarnada por los Gigantes que salen a divertir a la multitud durante el Carnaval. Estos gigantes tienen incluso nombre: Llucmaçanes, Gorguina, Xisca, Pili, Bernat y Xim. Al igual que las fiestas patronales, el carnaval también es un acontecimiento importante en la isla balear. Tradicionalmente se celebra a principios de marzo, con un desfile de carrozas y carruajes. Todos los participantes van disfrazados. Un baile blanco y negro ("ball Blanc i Negre") completa los festejos en dos localidades: Es Migjorn Gran y Ciutadella.