Un tesoro amenazado

Al igual que otros cinco países, la República del Congo se encuentra en el corazón de un tesoro ecológico: la selva de la cuenca del Congo. Con una superficie de 3,7 millones de km2, es el segundo bosque tropical más extenso del mundo. Representa por sí solo una cuarta parte de los bosques tropicales del planeta Sin embargo, este tesoro es muy codiciado, sobre todo por los madereros extranjeros. Empresas europeas y, más recientemente, asiáticas talan árboles para abastecer el comercio mundial de maderas preciosas. Pero la población local también participa en esta deforestación, sobre todo para cortar leña en una región donde el acceso a la electricidad está lejos de estar asegurado. Por último, la práctica de la agricultura de roza, tumba y quema, es decir, prender fuego a un terreno para desbrozarlo, pero también para que las cenizas lo fertilicen, también es destructiva.

Sin embargo, hay que situar este triste hecho en su contexto: la selva de la cuenca del Congo sigue estando relativamente bien conservada en comparación con sus homólogas de otros continentes. La tasa de deforestación es, por tanto, relativa, pero ha aumentado mucho en los últimos años.

Residuos

El reciclaje y la recogida de residuos distan mucho de estar organizados y sistematizados. Los municipios, responsables de la gestión de residuos, carecen en gran medida de recursos, sobre todo porque el cobro por la recogida de residuos anima a los residentes a gestionarlos ellos mismos. Como resultado, se recoge menos del 5% de los residuos. En cuanto al resto, las piezas reutilizables se revenden, mientras que las no reutilizables se amontonan en vertederos no autorizados. El problema se agrava por el hecho de que la cantidad de residuos aumenta a medida que la gente accede a bienes de consumo occidentales envasados. Como consecuencia, la acumulación de residuos tanto en zonas naturales como urbanas se está convirtiendo en una auténtica lacra para el país, al tiempo que provoca una importante contaminación del agua a través de la escorrentía pluvial y condiciones insalubres para los residentes locales. Aunque aquí y allá florecen algunas iniciativas ciudadanas y asociativas, sigue faltando una verdadera solución gubernamental.

Un lento despertar

En una de las cinco naciones más pobres del mundo, donde el 62% de la población vive en la extrema pobreza, es decir, con menos de 2,15 dólares al día, la ecología no es una prioridad. Sí lo son, en cambio, los recursos que conviene explotar, ya sean árboles o petróleo. Del mismo modo, se destinan pocos fondos a encontrar soluciones, por ejemplo a la crisis de los residuos, y menos aún a sensibilizar a la opinión pública. En consecuencia, es habitual ver a la gente tirar la basura por la ventana, no sólo por falta de conciencia medioambiental, sino también por falta de soluciones para almacenarla.

Sin embargo, hay que decir que el progreso ecológico dista mucho de estar estancado. El país cuenta con un Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, así como con un arsenal legislativo. Desde 1991, el país cuenta también con una ley de protección del medio ambiente, lo que significa, por ejemplo, que cualquier proyecto de desarrollo económico debe incluir un estudio de impacto ambiental, o la prohibición de verter residuos en la naturaleza..

Oro negro: entre la bendición y la maldición

La economía congoleña depende en gran medida de sus grandes reservas de petróleo. Congo-Brazzaville es el sexto productor de petróleo de África. Sin embargo, la explotación de estos yacimientos está causando grandes daños a los ecosistemas. En 2019, se descubrió un importante yacimiento en la región del delta del Cuvette, en el centro del país, junto al río Congo. Sin embargo, este yacimiento de casi 10.000m2 se encuentra en una zona de turberas de vital importancia ecológica. Esta turbera, del tamaño de Inglaterra, es un importante sumidero de carbono, lo que significa que retiene dióxido de carbono del mismo modo que un bosque y, por tanto, frena el calentamiento global. Se calcula que la turbera de la cuenca del Congo retiene unos 30.000 millones de toneladas deCO2, ¡el equivalente a 3 años de emisiones de la actividad humana en todo el mundo! La destrucción de esta zona, considerada el segundo mayor sumidero de carbono del mundo, podría liberar una enorme cantidad deCO2 a la atmósfera, lo que preocupa mucho a las ONG ecologistas.

Parques nacionales de importancia capital

La República del Congo cuenta con cinco parques nacionales y numerosas reservas, todos ellos de vital importancia para la protección de una fauna y flora sometidas a presión. El Gobierno demuestra una verdadera voluntad de proteger sus ecosistemas al seguir creando nuevas zonas protegidas. La última de ellas, el Parque Nacional de Ogooué-Leketi, se creó en noviembre de 2018. Con una superficie de 350.000 hectáreas de sabana y bosque, se encuentra cerca de la frontera gabonesa, más allá de la cual otro parque nacional crea una zona transfronteriza de medio millón de hectáreas. Alberga una gran variedad de especies, algunas de ellas extremadamente raras, como el gorila de llanura(Gorilla gorilla gorilla), en peligro crítico de extinción.

El Parque Nacional de Odzala-Kokoua, por su parte, es el más antiguo y extenso del país. Fundado en 1935 por la administración francesa, fue uno de los primeros de África. Protege el macizo forestal de Odzala-Kokoua, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por su importante riqueza ecológica. El parque tiene una densidad muy alta de grandes mamíferos, como gorilas y elefantes.

El parque nacional de Nouabale-Ndoki, en el norte del país, también es Patrimonio Mundial de la UNESCO, como parte de la Sangha Trinational. Este nombre agrupa tres parques nacionales, situados en la República del Congo, Camerún y la República Centroafricana, que juntos forman un vasto paraje ecológico transfronterizo. Se considera que el Sangha Trinational contiene la parte más rica de toda la selva de la cuenca del Congo.

En el suroeste del país, el Parque Nacional de Conkouati-Douli está formado por selvas tropicales, lagunas, pantanos y manglares. Este rico ecosistema, que es a la vez un área protegida terrestre y marina, es un precioso caldo de cultivo para las especies. Es esencial para la conservación de los grandes simios, ya que alberga chimpancés y un gran número de gorilas de llanura. También hay elefantes de bosque, tortugas laúd, entre otras 5 especies de tortugas marinas, delfines jorobados y cocodrilos.

Por último, el parque nacional de Ntokou-Pikunda, al norte, también es bastante reciente, ya que se inauguró en 2012. Más discreto que los demás parques, su oferta turística está poco desarrollada, pero no por ello deja de tener una importancia crucial para la biodiversidad, y alberga varios miles de gorilas en peligro crítico de extinción.