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Deforestación

La deforestación es una lacra que afecta especialmente al África subsahariana. Las causas de este cataclismo son múltiples. Entre ellas, la práctica tradicional de la agricultura de roza, tumba y quema está causando estragos. Muchos pueblos africanos, entre ellos los bantúes de Camerún, practican la agricultura de roza, tumba y quema. Consiste en incendiar una parcela de bosque durante la estación seca, cultivarla durante dos o tres años y luego trasladarse a otra parcela y repetir el proceso.

La explotación maderera también está en el punto de mira, ya que Camerún ha sido históricamente uno de los mayores exportadores mundiales de troncos, o madera sin trabajar.

Por último, la madera sigue estando muy presente en la combinación energética del país, aunque la inmensa mayoría del consumo nacional de energía se compone de leña y carbón.

Como consecuencia, Camerún ya ha perdido 100.000 hectáreas de bosque tropical de aquí a 2020, según Global Forest Watch. Pero la deforestación plantea problemas aún más graves, ya que supone la destrucción del segundo bosque más grande del mundo: el de la cuenca del Congo. La deforestación no sólo provoca la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad, sino que también supone una grave amenaza social. De hecho, los pigmeos, un pueblo que vive en los bosques de Camerún desde hace 5.000 años, ven amenazado su modo de vida por la deforestación y la pérdida de sus recursos, y ahora se ven obligados a asentarse, lo que supone un importante deterioro de su calidad de vida.

Sin embargo, Camerún está planeando soluciones para frenar la deforestación. La CEMAC (Comunidad Económica y Monetaria de África Central) quiere prohibir la exportación de troncos para 2025, tras un primer intento fallido en 2023. Por otra parte, el gobierno trabaja para mejorar el suministro energético, gracias sobre todo a varios proyectos de centrales hidroeléctricas en curso. Además, las iniciativas de plantación de árboles florecen por todo el país, aunque todavía no consigan invertir la tendencia.

La escuela forestal

Para no repetir los errores del pasado, Camerún también ha creado una escuela nacional de agua y silvicultura en Mbalmayo, al sur de Yaundé. Más que aulas, la escuela cuenta con 1.000 hectáreas de bosque, con un centenar de especies de árboles. La escuela, que acoge cada año a 250 alumnos, les enseña a conocer el bosque y sus especies vivas. Sobre todo, les enseña los métodos de gestión sostenible y su importancia, enseñándoles la capacidad de los bosques para almacenarCO2 y combatir así el calentamiento global.

La caza furtiva en el punto de mira

Aunque la pérdida de hábitat desempeña un papel fundamental en la desaparición de muchas especies camerunesas, la caza furtiva también es un factor importante. Por ejemplo, las tres especies de pangolín que hay en el país se cazan para venderlas en el mercado asiático, donde se utilizan en la medicina tradicional china por sus numerosas propiedades beneficiosas. Como consecuencia, el pangolín es una de las especies más cazadas furtivamente del mundo, y está al borde de la extinción. Los elefantes, cuyos colmillos son muy apreciados en Asia, sufren un destino similar. Gorilas y chimpancés, por su parte, se han convertido en el símbolo de la lucha contra la caza furtiva. Sus poblaciones disminuyen peligrosamente, hasta el punto de que el chimpancé común(Pan troglodytes) está clasificado como especie en peligro de extinción, y el gorila occidental(Gorilla gorilla), en peligro crítico. Desde la década de 1980, este gran simio, que sólo se encuentra en una pequeña región de África Central, ha visto disminuir su población en un 50%. La caza furtiva, aunque prohibida, es difícil de frenar por varias razones: la corrupción de ciertos guardas forestales, las amenazas que reciben, los elevados precios de los animales en el mercado, sobre todo internacional, la convivencia a veces difícil entre los aldeanos y ciertos animales a los que ven como saqueadores, etc

Existen soluciones, pero de momento no bastan para frenar completamente el problema. Existen numerosos santuarios de conservación, como el Parque de Méfou, que se ha propuesto ofrecer un refugio a los primates. El parque, gestionado por la ONG Ape Action Africa, alberga 25 gorilas, 120 chimpancés y otros 10 grupos de otras especies de simios. Más original, el centro de Sanaga-Yong fue fundado por una veterinaria estadounidense apasionada por los primates, como Jane Goodall. Sheri Speede quería que fuera un orfanato para chimpancés, que acoge a simios víctimas de la caza furtiva.

Parques naturales para preservar la biodiversidad

A lo largo de los casi 500.000 km2 de Camerún, las zonas protegidas contribuyen a preservar la rica biodiversidad del país. El Parque Nacional de Bénoué es uno de los más antiguos. Abarca 1.800 km2 de sabana, que se extiende a lo largo del río del mismo nombre. Esta zona protegida es tanto más esencial cuanto que alberga numerosas especies amenazadas: elefante africano, león africano, perro salvaje, hipopótamo e incluso eland gigante, el antílope más grande del continente.

Otro parque emblemático, el Parque Nacional de Waza, es sin duda el más popular del país. Además de formar parte de la red de parques dedicados a la conservación de los leones africanos, es uno de los últimos del mundo donde aún vive en libertad la jirafa de Kordofán(Giraffa camelopardalis antiquorum). Esta subespecie de jirafa está clasificada en peligro crítico debido a la destrucción de su hábitat y a la caza furtiva.

El Parque Nacional de Lobéké, en el sureste del país, abarca 2.000 km2 de bosque ecuatorial en la cuenca del Congo. Aunque es famoso por su gran concentración de gorilas, también alberga plantas que son tanto más valiosas cuanto que la selva de la cuenca del Congo está especialmente amenazada por la deforestación. Hay 300 especies de árboles, principalmente de la familia Malvaceae, como el abachi(Triplochiton scleroxylon), mientras que el sotobosque está formado por numerosas plantas de la familia Marantaceae, bien conocidas por los aficionados a las plantas de interior.