La escultura, un arte central en la cultura paraguaya

La escultura es una forma de arte ancestral en Paraguay, que ha evolucionado a lo largo de los acontecimientos históricos y el mestizaje. Entre las comunidades indígenas, las esculturas de madera(palo santo, guayacán, karanda'y o cedro) representan tradicionalmente figuras antropomorfas y zoomorfas (yacarés, jaguares, armadillos, ñandúes...). También abundan las máscaras y los apyká, bancos tradicionales de gran poder simbólico. Piezas de este tipo pueden verse en el Museo Etnográfico Andrés Barbero, que cuenta con la mayor colección de objetos antiguos del país.

Los guaraníes son especialmente famosos por sus esculturas de figuras religiosas. El arte barroco guaraní se originó en las misiones, con la reinterpretación de iconos por parte de los guaraníes, que añadieron su propia imaginación y sensibilidad indígena. Se trata de figuras religiosas clásicas (la Inmaculada Concepción, Jesús, San Miguel, San Ignacio, etc.), pero las esculturas tienen formas más generosas y rostros más amplios que los modelos traídos de Europa. Para admirar bellos ejemplos de escultura barroca paraguaya, visite el Museo de Arte Sacro, una completa colección privada ubicada en un magnífico edificio. La localidad de Altos también es famosa por sus máscaras de figuras mitológicas, mientras que en Capiatá, Tobatí y Yaguarón, los santeros tallan iconos religiosos como en tiempos de los misioneros. También hay grandes ebanistas en Paraguay, sobre todo en Caaguazú y Concepción.

Pero la escultura paraguaya no se limita a las técnicas tradicionales o sacras: el país también cuenta con una rica historia de escultura moderna y contemporánea. Los principales escultores de renombre internacional son José Laterza Parodi (1915-1981), Hermann Guggiari (1924-2012), Ángel Yegros (1943) y Gustavo Beckelmann (1963-2017). La nueva generación incluye a Juan Pablo Pistilli (1979), que estudió pintura y escultura con su padre, Hugo Pistilli (1940-2006), apodado el "Poeta del Metal", al tiempo que desarrollaba su propio estilo. Expone sus obras de gran formato en espacios públicos para hacerlas más accesibles. Un ejemplo es su homenaje al arpa paraguaya de 15 metros de altura, en hierro y acero, instalada en 2023 en la Costanera de Asunción. Sus esculturas suelen ser comprometidas, como El Bicho, que presentó como punta de lanza frente al Congreso, el palacio presidencial y la cárcel de Tacumbú justo después de la masacre de Curuguaty en 2012. Su monumento de 2015 a las 400 víctimas del incendio del supermercado Ykuá Bolaños es una de sus obras más destacadas.

De la pintura religiosa al arte contemporáneo

Además de las obras religiosas policromadas de jesuitas y franciscanos, la pintura paraguaya moderna se inició tras la Guerra de la Triple Alianza, con la llegada de los italianos Guido Boggiani (1861-1902) y Héctor Da Ponte (1879-1956), que introdujeron sus técnicas en el panorama artístico paraguayo. Se pueden admirar lienzos representativos del arte local en el Museo Nacional de Bellas Artes de Asunción, que posee una colección pequeña pero interesante. En general, los movimientos artísticos paraguayos se desarrollaron en armonía con las principales tendencias internacionales. Los primeros en unirse al movimiento impresionista fueron Pablo Alborno (1875-1958), Juan Samudio (1879-1936), Jaime Bestard (1892-1965) y Modesto Delgado Rodas (1886-1963).

A finales de la década de 1940, el alemán Wolf Bandurek (1906-1972) se instaló en Paraguay e introdujo un nuevo estilo en la escena local, con pinturas cercanas al expresionismo. En 1950, el maestro brasileño João Rossi (1923-2000) introdujo los conceptos y técnicas de la pintura contemporánea, sentando las bases del grupo "Arte Nuevo". Creado en 1954, este grupo reunió a artistas locales como Olga Blinder (1921-2008) y Hermann Guggiari (1924-2012), así como a artistas internacionales como la canaria Josefina Plá (1903-1999) y la suiza Lilí del Mónico (1910-2002).

Las décadas de 1960 y 1970 fueron especialmente ricas, con el auge de artistas de estilos originales como Ricardo Migliorisi (1948-2019), pintor, diseñador de vestuario, director de escena y arquitecto, y Mabel Arcondo (1940-1976), cuyos lienzos de colores intensos eran un cruce entre surrealismo y primitivismo. Carlos Colombino (1937-2013), también arquitecto y escritor, es una de las figuras más reconocidas internacionalmente. Su obra se reconoce a primera vista por su característico uso de la madera, que trabajaba en bajorrelieve antes de pintar. Varias de sus obras, algunas de ellas de proporciones monumentales, pueden verse en el Museo del Barro de Asunción. En 1964 surgió otro grupo importante, conocido como Los Novísimos, inspirado en la artista radical Laura Márquez (1929), cuya obra tenía un gran compromiso político y social.

En la actualidad, las artes visuales paraguayas se han diversificado y abarcan una gran variedad de técnicas, desde el vídeo a las instalaciones multimedia. Aunque la escena artística local carece aún de reconocimiento internacional, el tejido cultural del país se desarrolla poco a poco gracias a sus artistas, pero también a los demás actores del mundo del arte que luchan por su reconocimiento: críticos de arte, galeristas y comisarios, cada vez más activos en la capital. Asunción es el centro neurálgico de la actividad creativa del país, con lugares de visita obligada como el Museo del Barro.

La fotografía, un arte en desarrollo

En Paraguay, la fotografía no ocupó su lugar entre las disciplinas artísticas hasta bastante tarde. Limitada inicialmente a fines científicos, documentales y periodísticos, la práctica de la fotografía no adquirió una dimensión estética hasta el siglo XX. Las imágenes antiguas del país siguen siendo relativamente escasas y se limitan a sus monumentos, paisajes y personalidades más famosas. A partir de los años setenta, comenzó a desarrollarse una fotografía más experimental, con estilos más avanzados y personales.

Entre las figuras locales más conocidas se encuentran Jesús Ruiz Nestosa (1941), Carlos Bittar (1961), Gabriela Zuccolillo (1967) y Fredi Casco (1967). Este artista, fotógrafo y escritor, cuya reputación trasciende las fronteras de Paraguay, se ha interesado especialmente por la evolución del medio y su lugar en la historia política del país. Explora esta última de forma crítica a través de imágenes que recupera, retoca y secuestra. Uno de los temas principales de su trabajo es, por supuesto, la larga y dolorosa dictadura de Alfredo Stroessner y la propaganda practicada por su régimen. En la era de las fake news y de la manipulación de la imagen, su trabajo es más pertinente que nunca.

Por último, Mario Franco, especialista en fotografía urbana, dirige elInstituto de la Imagen de Asunción, donde se imparten cursos y se organizan exposiciones con regularidad. El colectivo Ojo Salvaje (elojosalvaje.org) también organiza cada septiembre el "Mes de la Fotografía", con el apoyo de varios centros culturales paraguayos y extranjeros. No se lo pierda

El arte callejero en Paraguay, una práctica creciente

El arte callejero se ha popularizado recientemente en Paraguay. Los primeros frescos pintados en las calles de Asunción se remontan a finales de la década de 1990, y la práctica fue importada por quienes habían viajado a Estados Unidos, Europa o Brasil, donde ya se había desarrollado ampliamente.

Uno de los pioneros, por no decir el padre del arte callejero, es Oz Montanía, que ha trabajado duro para mantener viva esta cultura y hacerla accesible a un público amplio. Gracias a su impulso y a la motivación de los jóvenes locales, la ciudad ha ido aceptando poco a poco e incluso abrazando una forma de arte que al principio se consideraba delictiva, hasta el punto de acoger en 2016 uno de los primeros festivales de arte urbano de América Latina. El festival itinerante "LatidoAmericano" reunió a 40 artistas locales e internacionales, invitados a colorear la ciudad con flora, fauna, folclore y tradiciones precolombinas. La guarida de los grafiteros en Asunción es PowerLine, una de las pocas tiendas de pintura y aerosoles de Paraguay, abierta por el propio Oz Montanía. Mucho más que en Occidente, esta práctica es sinónimo de solidaridad y tiene una dimensión colectiva, ya que los diferentes artistas callejeros se apoyan mutuamente para difundir su arte a pesar de sus estilos tan diferentes.

Para admirar algunos de los mejores frescos del país, hay que dirigirse al centro histórico de Asunción. Las distancias son cortas, por lo que resulta fácil recorrerlos a pie. Muchos de ellos datan del periodo LatidoAmericano, como Metamorfosis, del talentoso artista colombiano Gleo, que representa a un personaje con un tatuaje en la cara y un magnífico despliegue de flores y plumas. No se la pierda mientras esté a tiempo