Miles de productos textiles

Hay tanta, tanta, tanta variedad de textiles que la cabeza empieza a dar vueltas rápidamente. Hay tantos mercados de artesanía, y en algunas ciudades como Cuzco hay tantas tiendas y mercados que se les puede dedicar uno o dos días enteros. Las prendas más comunes son chompas (jerseys), ponchos, mantas (chales), guantes, sombreros y bufandas, sin olvidar bolsos de viaje, carteras y elegantes cinturones, preferiblemente tejidos por ambos lados. Cada región tiene sus propios diseños tradicionales, que se pueden encontrar en los mercados de Lima o Cuzco, pero un ojo experto podrá decirle de qué región procede cada producto. Los cinturones más hermosos, decorados con motivos geométricos incas, se pueden comprar en Cuzco. Los cinturones con grandes flores bordadas proceden de Ayacucho. Todavía se pueden encontrar ponchos antiguos, sobre todo en Cuzco; es importante fijarse bien en el tejido y la calidad de la confección. También puede comprar uno nuevo tejido con técnicas tradicionales, pero en este caso le aconsejamos encarecidamente que visite las cooperativas artesanales, que son los lugares donde puede estar seguro de la mejor calidad, como el Centro de Textiles Tradicionales del Cusco, que además firma cada producto con la mano del artesano que lo ha creado. En muchas comunidades, la presentación del proceso de creación de la obra -desde la esquila y la preparación de la lana hasta los baños de color natural y los telares- forma parte de la experiencia comunitaria que se ofrece.

En el Amazonas se tejen magníficas hamacas muy resistentes de algodón y fibra vegetal. La artesanía shipiba, originaria de Pucallpa pero extendida por toda la selva, presenta magníficos tapices con diseños geométricos en negro, marrón y crudo, bordados con hilos de colores que reflejan la mística tradicional de esta etnia. Los mejores bordados proceden de Monsefú, Eten (cerca de Chiclayo) y Cajamarca. Las alfombras de Ayacucho (distrito de Santa Ana) o San Pedro de Casta (Lima) representan motivos geométricos prehispánicos, combinados con perspectivas occidentales.

Caramelos de alpaca

La alpaca es la más fina y suave de todas las lanas y, cuando se procesa con cuidado, es una delicia sentir su textura ligera y cálida. Por supuesto, el mercado de la alpaca puede ser difícil de navegar. Hay jerseys, guantes, chales, bufandas y, por supuesto, ponchos. Para saber si un producto es realmente 100% alpaca, como indica la etiqueta, hay que aprender a tocar y sopesar la calidad. El precio también es un criterio, porque esta lana es cara y si quiere regalarse algo bonito, tendrá que pagar el precio. La alpaca también se puede combinar con lana de guanaco o vicuña, que es aún más fina. En Arequipa encontrarás las principales fábricas y marcas de calidad. También en Cuzco y Lima encontrarás marcas emblemáticas y de referencia que garantizan una compra segura y duradera. La marca Kuna (kunastores.com), por ejemplo, detalla la especificidad de cada lana utilizada, pero los precios son muy similares a los del mercado americano o europeo. Después, nada impide caer en modelos más sencillos que combinan la suavidad de la alpaca con una lana más clásica, como la de oveja.

Vajilla y artículos de decoración

Los alfareros y escultores también utilizan sus habilidades. También en este caso, las regiones difieren en sus motivos y materiales específicos. Los toritos de Pucará, fabricados cerca de Puno, han adquirido fama mundial. Fabricados y pintados a mano, en su origen estaban destinados a ceremonias mágico-religiosas (incluida la marcación del ganado), como ofrendas a los dioses de las montañas. Estos traviesos toritos de colores se han puesto al día, y los concept stores presentan ahora nuevos materiales que permiten que el torito quepa en una maleta sin romperse. En Cuzco, los platos y otras vajillas son de barro y están pintados con diseños geométricos inspirados en motivos sagrados precolombinos. La cerámica "grotesca" o "vulgar", inspirada en la de Quinua, un pequeño pueblo de las afueras de Ayacucho, representa figuras de formas desproporcionadas. Estas cerámicas representan iglesias, animales, escenas folclóricas y candelabros, y son muy apreciadas por los colores rojo y crema del barro utilizado y por su sencillez expresiva, casi infantil. Hacia Piura, en Chulucanas (particularmente en el distrito de La Encantada), se produce cerámica utilitaria y decorativa, demostrando un gran dominio de los colores negro y marrón. Estas cerámicas se pueden encontrar en los mercados de Cusco, Lima y Arequipa. Los indígenas shipibos, cerca de Pucallpa (al igual que los arabela), decoran su cerámica con motivos geométricos y antropomorfos dominados por el marrón y el negro. Su arcilla, llamada neapo, es muy maleable.

Otro material muy específico de los Andes es el utilizado para moldear pequeñas figuras. En la región de Cusco, los objetos se modelan en una pasta hecha de harina de trigo y arroz, patatas, papel maché y yeso. Representan personajes y escenas bíblicas (los Reyes Magos, la Sagrada Familia, la Virgen María y arcángeles) y se regalan a los niños peruanos al nacer. Los principales artesanos y artistas son los Mendivil, cuyos talleres se encuentran en la Plaza San Blas de Cusco. En la región de Ayacucho, la misma arcilla se utiliza para tallar figuritas que luego se exponen en bonitas cajas de colores llamadas retablos. Estos trípticos representan escenas de la vida cotidiana (fiestas y bailes, corridas de toros, procesiones, etc.). Los hay de todos los tamaños y con distintos grados de detalle, dependiendo de la habilidad del artesano, pero algunos son sencillamente impresionantes y de una calidad poco común. La reputación de estos artesanos es ya internacional. Estos retablos son también a veces un auténtico medio de expresión, en un intento de contar la historia de la época terrorista o las difíciles condiciones de la vida actual frente a la modernidad, por ejemplo. La hermosa película Mi padre (2017), de Álvaro Delgado-Aparicio, ofrece una buena panorámica de este oficio.

Otro objeto típico andino que rememora la época precolombina es el famoso mate burilado. La tradición de grabar la calabaza se remonta a la época anterior a la cerámica (hace 3.500 años, como demuestran los descubrimientos en Huaca Prieta, en el valle de Chicama). Practicado con punzón en las regiones de Huancayo y Ayacucho, o con aguafuerte en la zona de Chiclayo, este arte ha dado lugar a magníficas piezas que reflejan la historia y las tradiciones de Perú. Los mejores mates burilados proceden de Cochas, cerca de Huancayo. Punto por punto, la escena se cincela en la calabaza y podría pasarse horas leyendo sobre ella.

Por último, en Perú encontrará espejos y marcos de madera tallada muy finos, dorados con pan de oro, en el estilo barroco de las iglesias. Los precios son muy asequibles y el trabajo es extremadamente fino. Los espejos de Cajamarca, por ejemplo, están decorados con motivos florales al más puro estilo veneciano. En la Amazonia se pueden comprar utensilios de cocina de palo de sangre o madera de olivo. Sólo se encuentran en Iquitos y en el Mercado Indio de Lima.

Joyas con una fuerte identidad

Sabemos que los chavín fueron los primeros en trabajar el oro (hacia el año 1000 a.C.), seguidos de los mochica, chimú y lambayeque. Demasiado para convertirse en un experto en la materia. Para ser auténtica, la plata debe llevar el sello 925. Otros materiales utilizados son el ónice, la turquesa, la obsidiana, el ópalo y el spondylus, un molusco considerado antaño "el alimento sagrado de los dioses".

Las piezas más conocidas son las joyas de plata y oro de Catacaos (en el departamento de Piura), típicas del arte mixto de la Costa Norte (filigrana de oro, técnica heredada de la cultura Vicus). Todas las regiones andinas trabajan la plata, y también hay trabajos de filigrana muy finos. La combinación con piedras preciosas es la firma del país.

En esta línea, muchos artesanos y viajeros ofrecen su trabajo sobre el terreno en las ciudades turísticas. Suelen trabajar con estaño, cobre o incluso hilos de macramé, pero algunos merecen la pena. En cualquier caso, saben sacar partido a su trabajo y son formidables en el negocio. En Lima y Cusco, asistimos a la aparición de pequeñas marcas o, más a menudo, pequeñas boutiques multimarca que han sabido conservar su saber hacer y modernizar sus joyas para crear anillos luminosos y otros grigris energizantes.

Chicha y otras creaciones contemporáneas

Perú es también un país muy creativo, que ha sabido desarrollar nuevas marcas y mezclas de géneros a partir de su cultura artesanal. No es raro toparse en mercados y ferias, por ejemplo, con faldas bordadas tradicionales mezcladas con vaqueros en tallas mini. De este feliz crisol ha surgido también la cultura de la chicha, ya ineludible. Se reconoce por sus letras coloristas, casi fosforescentes, inspiradas en los colores andinos, y por su estilo inconfundible. Nacida de los carteles de conciertos del mismo nombre (la famosa chicha nació en los suburbios de Lima de la nostalgia de los emigrantes andinos), ahora está estampada en bolsos, camisetas y chaquetas, al igual que símbolos culturales como los dragones de la Diablada y otras máscaras de bailes folclóricos. Esta moda identitaria está muy de moda entre los jóvenes, así que no es sólo para turistas. Una visita a la Feria La Unión de Barranco, por ejemplo, puede dar una idea.

Por último, hay que quitarse el sombrero ante el proyecto francés del bretón Thomas Jacob, de Pieta (projectpieta.com/en), que lleva haciendo moda urbana desde las cárceles peruanas con eslóganes en español. Se pueden encontrar en los centros comerciales de Lima, pero también por todo el reparto.