Música y danza tradicional
En cierto modo, la música peruana es más antigua que el propio Perú. Así lo atestigua el descubrimiento de instrumentos prehistóricos que hablan de la música que se tocaba en estas tierras hace 10.000 años. Entre ellos, quenas (flautas), zampoñas (zampoñas), pututos (trompetas de concha) y una gran variedad de instrumentos de viento fabricados con caña de azúcar, huesos, barro, cuernos y metales dan fe del ingenio de los primeros artistas andinos.
Junto con Bolivia, Perú es el baluarte de lo que comúnmente se conoce como "música andina": las canciones y melodías prehispánicas originales que se fusionaron con la música española con el paso del tiempo. Sin embargo, sería más exacto hablar de música y danza, en plural, tal es la riqueza del campo. A lo largo y ancho de los Andes peruanos, se cree que existen varios miles de variantes regionales. Pero a escala nacional, el género tradicional andino más popular es sin duda el huayno . Muy apreciado por los quechuas -pero apreciado en todo el país-, se reconoce por su ritmo fogoso y su voz desgarrada. Generalmente interpretado por grupos de acordeones, guitarras, arpa, saxofón, instrumentos de metal e incluso flautas (como los sikus) durante las fiestas, por este género han pasado algunos artistas emblemáticos como Leonila Martina Portocarrero Ramos, también investigadora de la cultura andina, Dina Páucar, una de las mejores vendedoras de discos, Raúl García Zárate, el gran guitarrista nacional, y Sonia Morales. En cuanto a la coreografía, el huayno se baila en pareja, con ágiles zapateos y movimientos alegres y jocosos.
Además de esta estética emblemática, Perú cuenta con otras muchas músicas y danzas tradicionales, propias de cada región. En la costa occidental se encuentra la música criolla, una gran familia musical que combina influencias europeas, africanas y andinas. Uno de los géneros más representativos de esta rama es el vals peruano (también conocido como vals criollo), primo del vals vienés, más rápido y rítmico, una auténtica explosión de alegría. Otra gran expresión criolla es la marinera. Con sus orígenes africanos y posteriores influencias indias y mestizas, se ha convertido con el paso de los años en la danza nacional de Perú. Ejecutada en pareja, con pañuelos manejados con gracia, simula una danza de cortejo, como un teatro-danza, al ritmo de la percusión. Existen varias formas: la marinera criolla o de Lima, la elegante marinera norteña, más despierta y sensual, y la marinera del sur, más sentimental y austera. Para ver y bailar una, una buena oportunidad es acudir al Concurso Nacional de Marinera que se celebra todos los años a principios de año en Trujillo. Antepasada de la marinera, la zamacueca es un canto y baile criollo, rítmico y seductor, procedente de Lima. Al igual que la marinera, otros bailes de la misma región son también una síntesis de raíces africanas, indígenas y españolas: el festejo, una sensual danza de cortejo con movimientos espasmódicos y vigorosos y una potente percusión; el tondero, similar a la marinera, con un ritmo frenético cuya coreografía se basa en las peleas de gallos; y el lando, de origen angoleño y posible antepasado de la zamacueca.
Más al Sur del país, atravesamos la Sierra, una región montañosa tan rica en bellos paisajes como en tradiciones musicales. Aquí se baila el huaylarsh, una danza y música animadas vinculadas a las labores agrícolas. Esta región también alberga la tunantada, baile de máscaras emblemático de Jauja, que satiriza la sociedad colonial de antaño. Siguiendo con la sátira, en la región de Junín se puede bailar la chonguinada, una elegante coreografía que se burla del minué bailado en los salones burgueses de los colonos españoles. En la misma región, no es raro ver una muliza, danza inventada por los burreros e inspirada en el paso de mula. Menos visible es la cachua, una danza que se ejecuta en ronda. Sin embargo, ninguna de estas danzas es tan popular como la danza de las tijeras. La razón de que sea tan famosa es, sin duda, la inmensa destreza física que despliegan los danzaq, los participantes en el ritual, es sensacional. Fusión de las culturas hispánica y andina, esta danza empuja a sus participantes a multiplicar sus acrobacias mientras superan "pruebas" como comer insectos, serpientes o sapos, deslizar una espada por el areópago, etc. Tesoro peruano, la danza de las tijeras fue inscrita en 2010 en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
En el Altiplano, en plena cordillera de los Andes, la altitud no ha mermado la cultura local, y son muchas las tradiciones únicas de la región. Empiece por la diablada, una de las danzas más vistosas y espectaculares de Perú. Al son del sikú o la zampoña, bailarines enmascarados y ataviados con suntuosos trajes bordados en oro y plata danzan una representación del bien y del mal. Esto es especialmente visible durante la fiesta de la Virgen de la Candelaria en Puno, en febrero. En Huancayo, una de las danzas más populares es El Santiago. Se interpreta durante las ceremonias de marcado del ganado o en los rituales de fertilidad de los rebaños. Suelen interpretarlo mujeres jóvenes con canciones sencillas y conmovedoras. También inspirada en el mundo animal, la llamerada es habitual en la misma región. En esta danza, los bailarines imitan los pasos oscilantes de la llama y la marcha de los pastores por los sinuosos caminos de la tierra. Otra danza importante en la región es la morenada. Aunque particularmente representativa de la cultura boliviana, la morenada es muy común en la región del Altiplano peruano. Data de la época colonial e imita las danzas africanas importadas por los esclavos de la época. Otras tradiciones notables de la región son El Sikuri, danza ligeramente marcial que rodea y acompaña a un grupo de siku (zampoñas tradicionales), y el kajelo, danza del amor. También es imposible no mencionar el harawi, un melancólico tema musical indígena no bailado y poesía lírica que tiene su origen en la época precolombina. Acompañada por el charango, la mandolina y la quena, esta música también es reconocible por los frecuentes silencios que puntúan la melodía.
En cuanto a la Selva, puede que la región esté poco poblada, pero la música sigue resonando. Aquí, en la selva, incluso ha conservado su pureza original. Los instrumentos principales son los de percusión, como el manguare, un gran tambor de madera hecho con un tronco tubular. Si quiere empaparse de música tradicional peruana antes o después de su viaje a Perú, lo mejor es ver el documental Sigo Siendo, de Javier Corcuera, un auténtico homenaje al folclore del país, con figuras locales como Susana Baca, cantante emblemática de la música afroperuana, y Jaime Guardia, maestro local del charango y gran nombre de la música tradicional andina. Por lo demás, no faltan eventos locales para disfrutar de la música tradicional peruana, como la Fiesta de La Virgen Del Carmen en Paucartambo, al sur de Cuzco, un festival en el que se dan cita danzas muy diversas, y el Aniversario de Arequipa, un festival de danza en el Misti.
Música popular
Flamante emblema de Perú, Yma Sumac es sin duda la artista peruana más popular de todos los tiempos. Diva legendaria, la carrera de esta soprano de cinco octavas explotó en los años 50, cuando firmó con la discográfica estadounidense Capitol Records. A partir de entonces, actuó en todas partes, deslumbrando a las multitudes con la potencia excepcional de su voz, dando al mambo sus letras de oro y permaneciendo, lejos del retrato de exótica Castafiore que a veces se intenta pintar de ella, el "ruiseñor de los Andes ".
Más allá de este icono, la música más popular en Perú es la cumbia. El género colombiano es muy popular aquí y ha encontrado una traducción local, la chicha, una mezcla de rock (a menudo psicodélico), huayno y la cumbia colombiana original. ¿Le apetece bailar cumbia o chicha? En Lima, nada mejor que La Casona de Camana, para bailar toda la noche, y La Emolientería, para comer y divertirse.
Música clásica
Como era de esperar, fue a partir de la época colonial cuando se intensificó la actividad musical en Perú. Los españoles trajeron consigo la música barroca, y varios músicos empezaron a destacar localmente, como el español Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728), que en 1701 compuso La Púrpura De La Rosa, la primera ópera escrita y representada en el continente americano. Tras la Independencia (1821), José Bernardo Alcedo se dio a conocer componiendo el actual himno nacional. Más tarde, en 1869, el compositor italo-peruano Claudio Rebagliati, otro gran nombre de la música peruana del siglo XIX, lo recuperó. Al incorporar el folclore y las melodías populares peruanas a la música clásica, el compositor se erigió en uno de los precursores del nacionalismo musical en el país. Algunos de los compositores más importantes de la primera mitad del siglo XX, como Ernesto López Mindreau (1892-1972), Carlos Valderrama Herrera (1887-1950), Theodoro Valcárcel (1902-1942) y Roberto Carpio (1900-1986), se inspiraron en este movimiento, y cada uno a su manera compuso música docta influenciada por el folclore peruano o la música andina. Para hacerse una idea de la forma que tomaron estas composiciones, conviene recordar que fue en esta época (1913) cuandoEl cóndor pasa, la famosísima zarzuela, fue compuesta por el compositor Daniel Alomía Robles (1871-1942).
Como en muchos otros países, en el siglo XX soplaron vientos de modernidad en la composición peruana, y la música atonal y la dodecafonía ejercieron una enorme influencia en la creación local. Esto fue particularmente cierto en el caso de Rodolfo Holzmann (1910-1992) y André Sas (1900-1967), músicos alemán y francés respectivamente, que se establecieron en Perú y se convirtieron en referentes nacionales. En los años 50, su interés por estas nuevas técnicas compositivas dio lugar a una nueva ola de compositores que combinaban modernidad y tradiciones peruanas, entre ellos Enrique Iturriaga Romero (1918-2019), José Malsio (1924-2007), Enrique Pinilla Sánchez-Concha (1927-1989), Celso Garrido Lecca, Francisco Vidal Pulgar (1929-2012) y el hiperprolífico y venerado Edgar Valcárcel (1932-2010).
Un espíritu vanguardista perpetuado en las décadas de 1980 y 1990 por Alejandro Núñez Allauca, que trabajaba a medio camino entre el neoindigenismo y (lo que él describía como) "atonalismo puntillista", José Sosaya, formado en Francia por Yoshihisa Taira, y el prolífico y premiado Miguel Oblitas Bustamante. En los últimos años han surgido varios jóvenes talentos, muchos de ellos agrupados en torno al Cercle de Composition du Pérou(Circomper), un grupo que busca promover la creación clásica contemporánea en Perú. Algunos de ellos, como el pianista Jimmy López, la violinista Clara Petrozzi, Jorge Villavicencio Grossmann, Rajmil Fischman y Pedro Malpica, han alcanzado fama internacional.
Muchos de los nombres mencionados en esta sección han sido interpretados por (o con) la Orquesta Sinfónica Nacional. Desde su primer concierto en 1938, el conjunto ha actuado en el Teatro Municipal de Lima, antes de encontrar un nuevo hogar adecuado en el Gran Teatro Nacional. Inaugurado en 2013, este moderno edificio acoge los mejores espectáculos de danza, música clásica y folclore de la ciudad. También hay que destacar que, aunque el país no tiene una larga tradición operística, ha dado algunos tenores famosos como Luigi Alva, que ha actuado en todos los grandes escenarios del mundo, Ernesto Palacio, que se siente muy cómodo con Mozart y Rossini, y Juan Diego Flórez, una de las voces más apreciadas del bel canto. ¡Un país para ver y oír!