Arte precolombino

Perú ha albergado una sucesión de grandiosas civilizaciones desde sus primeros asentamientos hace más de 100 millones de años. A los aficionados a la arqueología les encantarán las piedras talladas por los Sechín en la región de Ancash, el yacimiento de Chan Chan y sus 9 ciudadelas de la época Chimú. Cerca de Trujillo, los soberbios bajorrelieves dejados por la civilización preincaica de los Moches adornan preciosos lugares de culto. Los templos Huaca del Sol y Huaca de la Luna atestiguan una impresionante maestría artística. Los siglos siguientes vieron nacer la cerámica Recuay, luego Chincha y, por último, los vestigios de la cultura Inca, la más famosa de América Latina, que floreció entre los siglos XIII y XVI. El MAP Museo de Arte Precolombino de Cuzco recorre miles de años de asombroso esteticismo. La civilización Nazca, que se desarrolló en el sur de Perú entre el 200 a.C. y el 800 d.C., es famosa por sus geoglifos, líneas y motivos tallados en el suelo y visibles desde el aire. Su cerámica policromada con motivos zoomorfos también es de gran belleza.

Al igual que ellos, los incas favorecían los motivos geométricos para crear un vocabulario visual fácilmente legible. Este saber hacer se complementaba con una sofisticación plagada de referencias cosmológicas. En el arte precolombino, las divinidades femeninas se asocian con la Luna y las masculinas con el Sol. Otros temas evocadores de la espiritualidad local son la relación con la muerte y el sacrificio humano como regulador cósmico.

Los descendientes de los incas que se asentaron en Perú siguen dando vida a su cultura en el Museo Inka de Cuzco y el Museo Larco de Lima. Aquí, 45.000 obras precolombinas trazan el surgimiento de las civilizaciones que poblaron Perú, hasta llegar al Imperio Inca.

Escuela de Lima, escuela de Cusco

Iniciada con la llegada del jesuita italiano Bernardo Bitti al virreinato del Perú a finales del siglo XVI, la pintura limeña reflejaba el rigor español en boga en la época. La Escuela de Lima, muy sombría, se inspiró en Zurbarán y otros maestros españoles. Las principales iglesias de la capital estaban dotadas de pinturas de verdadero mérito artístico, como las de la catedral y la iglesia de San Francisco.

Paradójicamente, fue en Cuzco, la antigua capital del Imperio Inca, donde la pintura experimentó su auge más espectacular. Con la creación de la Escuela de Bellas Artes y bajo la influencia de Bitti, se formó aquí el movimiento artístico más vibrante de la América española. En los siglos XVII y XVIII, miles de pinturas de artistas indígenas y criollos fueron enviadas desde Cuzco a La Paz, Lima y Quito. Este comercio se convirtió en una de las principales fuentes de riqueza de la ciudad. Lejos de los cánones españoles, la Escuela Cusqueña produjo una pintura luminosa, poblada de figuras rosadas y regordetas (los arcángeles son adolescentes evanescentes con ropas contemporáneas) y paisajes dulces y soleados, reflejo de un arte europeo en pleno renacimiento. Por primera vez se asoció a la Virgen con el culto a la Madre Tierra o Tierra Madre (Pachamama). En 1650 comenzó a surgir una corriente barroca, liderada por artistas locales como Diego Quispe Tito y Antonio Sinchi Rocca. En el siglo XVIII, los pintores se alejaron de los temas religiosos clásicos para acercarse a una visión "indigenista" del mundo que incluía símbolos prehispánicos: las Madonas iban ricamente ataviadas con mantos bordados con motivos indígenas, y los colores remitían a civilizaciones anteriores. Fue el apogeo de la Escuela Cusqueña, reflejado en el uso de la ornamentación dorada como medio de identificación.

La Escuela Cusqueña perdió su originalidad a principios del siglo XIX antes de agotarse.

Indigenismo

Tras la declaración de independencia en 1821, el arte peruano presentó al indígena como extranjero. Poco a poco, la herencia precolombina resurgió, culminando en el indigenismo de los años veinte. Esta tendencia influyó en el modernismo peruano, como se aprecia en las obras de José Sabogal, Camilo Blas, Julia Codesido y Elena Izcue. Afectó a todos los ámbitos de la creación.

Mario Urteaga (1875-1957) fue uno de los primeros artistas peruanos en interesarse por los campesinos indígenas de su provincia de Cajamarca, junto con José Sabogal y Camilo Blas (1903-1986). En 1936 fue el primer pintor peruano admitido en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Su casa de Cajamarca, donde vivió y escribió artículos políticamente comprometidos, se ha convertido recientemente en un museo gestionado por sus descendientes. Sus obras se encuentran en museos de Perú y de todo el mundo.

A pesar de su temprana muerte, Jorge Vinatea Reinoso (1900-1931) dejó una obra considerable. Además de su trabajo como caricaturista de prensa, pintó a los indígenas y a la gente humilde de la sierra. Su pincelada es viva, sus colores atrevidos y el humor está a menudo presente en sus lienzos. Sus cuadros pueden admirarse en la mayoría de los museos del país. El colorido arte de José Sabogal (1888-1956) también se caracteriza por sus rostros serios y sus pueblos perdidos en los Andes. Empeñado en mostrar la realidad indígena, Sabogal redefinió la "peruanidad" a partir de la herencia de sus antepasados. Sus cuadros, que documentan las mil facetas de Perú, revelan a los lugareños aspectos poco conocidos de su propio país. Este maestro de la autenticidad conoció el éxito desde su primera exposición en Lima en 1919. Como director de la Escuela de Bellas Artes de Lima, Sabogal formó a toda una generación de artistas peruanos, entre ellos el talentoso Enrique Camino Brent.

Hacia la abstracción

La abstracción peruana, liderada por Fernando de Szyszlo, ha surgido como una forma de resistencia, una alternativa al nacionalismo folclórico. Revivió el motivo geométrico legado por el arte inca. Pionero del arte abstracto peruano, Fernando de Szyszlo (1925-2017) es conocido sobre todo por sus pinturas de arcilla roja, inspiradas en la imaginería precolombina. Su estilo, impregnado de misticismo arcaico, fue un modelo para su generación. Artista culto, propuso una forma de arte total que mezclaba la literatura, la poesía y el cine con la cultura indígena. Este artista comprometido se opuso al totalitarismo fundando el Movimiento Libertad en 1987 con su amigo Mario Vargas Llosa.

Descrito por The Times como "el pintor más aclamado de Perú", Sérvulo Gutiérrez Alarcón (1914-1961) fue un artista autodidacta que se interesó por la escultura durante su aprendizaje con el argentino Pettoruti. Su escultura Amazonia fue premiada en 1942. Imperturbable ante las vanguardias europeas, glorificó la influencia indígena dotándola de un estilo expresionista plasmado mediante efectos texturales en pintura. Al final de su carrera, sus temas místicos le acercaron radicalmente al fauvismo.

La fotografía y sus grandes nombres

El fotógrafo Martín Chambi nació en el seno de una familia de agricultores en Coaza (Puno) en 1881. Muy joven aprendió el oficio de fotógrafo en Arequipa, donde se instaló en 1920. Martín Chambi exploró las variaciones de luz y la puesta en escena de los retratos. Su particular forma de tratar a sus modelos, humilde y atenta a su personalidad, hizo que su estudio fuera muy popular entre todos los sectores de la sociedad. Como fotoperiodista comprometido, contribuye a dar a conocer la identidad cultural de los pueblos indígenas. Una galería financiada por Scotiabank alberga algunas de sus fotografías en el Palacio del Inca Tupac Yupanqui de Cuzco.

Mario Testino, hijo mayor de una familia numerosa de Lima, se fue a probar suerte a Londres en 1976. Su talento pronto le catapultó a la primera línea de la fotografía de moda, y le llevó a publicar en prestigiosas revistas como Vogue y Vanity Fair. Hay un museo dedicado a él en el distrito limeño de Barranco: el MATE Museo Mario Testino.

Desde hace veinte años, los retratos fotográficos de Morfi Jiménez examinan el comportamiento humano en medio de su entorno. Sus composiciones, a caballo entre la ficción y la realidad, le acercan a la pintura clásica. Nacido en 1974, ha expuesto en todo el mundo.

Arte contemporáneo

El arte contemporáneo se inspira en gran medida en las tradiciones populares. Los mitos indígenas permiten a los artistas contemporáneos expresar las ansiedades de la sociedad moderna. Las obras exacerban sentimientos como el miedo, el desprecio y la agresividad. La cultura popular peruana se valora como fuente inagotable de inspiración. Destacan artistas como Ángel Chávez y su pintura naif e indigenista, Kukuli Velarde y sus esculturas de cerámica, y Christian Bendayán y su crítica a la sociedad consumista.

El pintor y escultor peruano Víctor Delfín, nacido en 1927, es mundialmente conocido por sus sensuales obras protagonizadas por animales, a menudo pájaros o caballos. En 1965 se trasladó a Barranco y exploró la diversidad de materiales (madera, metal, tela) sin alejarse nunca de sus raíces precolombinas. Creó la escultura más admirada de Lima, la monumental El Beso, que se alza en el Parque del Amor de Miraflores. Su casa de Barranco se ha convertido en museo, la Casa Taller Delfín.

En el distrito limeño de Barranco, varias pequeñas galerías exponen arte contemporáneo, entre ellas 80 m², Wu y Lucía de la Puente. También se puede encontrar arte contemporáneo en el Museo de Arte Contemporáneo de Lima (MAC), o en locales underground como Espacio Los únicos, dirigido por dos artistas. En Miraflores hay varios lugares que visitar: el Centro de la imagen (galería El Ojo Ajeno), especializado en fotografía contemporánea peruana y de otros países; las exposiciones gratuitas del Centro Cultural Ricardo Palma; y la Sala Luis Miró Quesada Garland del Ayuntamiento.

En Lima, arte callejero en Barranco

En el corazón de este distrito que bordea el Pacífico, entre las mansiones coloniales y las casitas de colores, el arte adquiere un significado totalmente nuevo. En un espíritu bobo y chic, los grafitis y murales florecen en Barranco. Por todas partes transmiten mensajes, generalmente políticos. No hace falta descifrarlos para admirar esta profusión en las paredes de edificios, residencias privadas, bares o en las paredes de un túnel. Sin embargo, en 2015, el actual alcalde mandó cubrir de pintura amarilla muchos de los frescos del micropueblo. ¿Por qué? Oficialmente, para honrar el estatus de Patrimonio Mundial de la Unesco de Lima. Extraoficialmente, la ira expresada fue inquietante. Para calmar los ánimos, el alcalde organizó un concurso llamado "Las Paredes Hablan", que ayudó a regular el arte callejero. Los nuevos frescos pintados para la ocasión marcan un renacimiento del arte urbano en Lima, con el patrimonio cultural como telón de fondo. Hay que señalar, sin embargo, que artistas internacionales han participado en la segunda generación del graffiti. Mientras pasea por las calles de Barranco, empuje para abrir las puertas de las galerías. Dentro descubrirá una forma de arte callejero que podrá llevarse a casa El museo-galería Jade Riveira es un buen ejemplo.