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Una religión ancestral

Antes de la conquista española, los guatemaltecos tenían sus propias creencias. Éstas se referían a su visión del mundo, con una cosmogonía -teoría que explica la formación del universo- propia, y abarcaban desde un vasto conjunto de dioses hasta un sistema jerárquico sacerdotal en toda regla -vinculado a los sacerdotes- y elaborados rituales. Los nativos no sólo tenían un calendario sagrado, sino también métodos específicos de adivinación y confesión de pecados, así como actos específicos de expiación.

La base de estas prácticas está cuidadosamente documentada en el Popol Vuh, uno de los textos más importantes de la literatura maya. Probablemente escrito unos treinta años después de la Conquista por un clérigo indio, relata la concepción maya del mundo, sus principios -como el respeto al medio ambiente y a las criaturas que lo habitan- y los mitos y la historia de los quichés, el grupo etnolingüístico maya más presente en Guatemala.

Traducida por el sacerdote católico español Francisco Ximénez entre 1701 y 1703, esta especie de "Biblia" describe la génesis del mundo: para los mayas, fue construido de la nada por los dioses, no por bondad, sino para ser adorados. Una vez creados la tierra, las montañas, la flora y la fauna, habrían necesitado tres intentos para dar a luz a los seres humanos, primero modelados sin éxito a partir de arcilla, luego de madera. Finalmente, habrían sido concebidos con éxito a partir del maíz.

Los mayas también dividieron el universo en tres niveles: el mundo subterráneo -también conocido como "inframundo" -, la tierra y el cielo. Cada uno de ellos se subdivide en varios reinos, sobre los que reinan diferentes dioses. Su "jerarquía " va desde el dios de la muerte en el noveno sótano, conocido como Ah Puch, hasta el dios del cielo, Itzamná -hijo del creador Hunab Ku- en el decimotercer piso. Los más importantes parecen haber sido el dios del sol, Kinich Ahau, el dios del viento y del agua, Kukulkán, y el dios de las plantas y animales salvajes, Yum Kaax. Estos elementos conforman la tercera y cuarta parte del Popol Vuh, que también describen el juego de poder y el perpetuo desafío contra los dioses que protagonizaban los humanos.

La primera parte del libro sagrado está dedicada a las aventuras heroicas de los gemelos Hunahpú e Ixbalanqué, mientras que la segunda transcurre en una época anterior. Narra el descenso de su padre y su hermano gemelo a Xibalba -el inframundo- y su derrota a manos de los señores que lo habitan. Por último, se nos cuenta cómo surgieron Hunahpú e Ixbalanqué y cómo consiguieron triunfar sobre estos formidables enemigos.

La supervivencia de las creencias mayas

A partir de 1524, la Iglesia católica se esforzó por convertir a los indios. Aunque el uso de la violencia fue legión, el emblemático sacerdote Bartolomé de Las Casas abogó por el método pacífico nada más llegar en 1537, antes de denunciar a la corona la barbarie de los conquistadores. Fue él quien inspiró a Carlos V a aprobar las "Leyes nuevas " de 1542, que preveían la abolición gradual de las encomiendas y la prohibición de la esclavitud indígena. Sin embargo, ya sea por la vía blanda o por la dura, España se ganó a una gran parte de la población, que se había hecho católica.

Cuidado: esto no significa que las creencias mayas hayan desaparecido. Los sacerdotes y curas siguen existiendo en las diferentes regiones indígenas del país y son llamados por las familias para celebrar ceremonias matrimoniales, bautizos de niños y recién nacidos, servicios funerarios e intervenciones con los enfermos. Asimismo, comunidades enteras se movilizan siempre en fechas especiales del calendario maya-quiché para visitar lugares sagrados en las montañas. Los antropólogos también creen que cuando los indígenas visitan las iglesias católicas, como la de Chichicastenango en el Quiché, probablemente realizan oraciones y celebraciones mayas.

Así, la relación con la naturaleza queda totalmente cargada de la visión cosmológica de esta civilización, estrechamente ligada a los calendarios establecidos por los antiguos y basados en los ciclos planetarios que habían calculado por observación. Si los ritos tradicionales indígenas no pudieron ser totalmente erradicados por los misioneros, sacerdotes y autoridades católicas, es porque los líderes y las comunidades los mezclaron con los de los españoles, desarrollando un sutil sincretismo. Más concretamente, adoptaron las formas, la liturgia y la doctrina de los conquistadores para ocultar, proteger y perpetuar mejor su religión ancestral.

Una Iglesia católica en declive

Sin embargo, desde 1524, los censos oficiales han informado sistemáticamente de una población totalmente católica, incluyendo erróneamente a sacerdotes y devotos indígenas -conocidos como costumbristas. A pesar de la adopción de una política de separación entre Estado e Iglesia por parte de los gobiernos liberales de la década de 1830 y del periodo 1870-1944 -encabezados por Justo Rufino Barrios, en el poder de 1873 a 1885-, la Iglesia católica recuperó su lugar en el país tras los vientos de liberación instigados por la Revolución de 1944. Fortalecida en sus posiciones, en la década de 1960 la Iglesia lanzó el Movimiento de Sembradores de la Palabra -o "Acción Católica" en el oeste del país- para convertir a los costumbristas al catolicismo ortodoxo. Mediante programas de ayuda humanitaria y desarrollo agrícola en caseríos y aldeas, muchos indígenas abandonaron el sistema de cofradías y sus fiestas.

No fue hasta la firma de la Constitución Política de la República de Guatemala en 1985 cuando el país fue declarado laico y se garantizó la libertad de conciencia, religión y culto -tanto privado como público- a todos los ciudadanos y a todas las religiones legalmente establecidas en el país. Esto supuso un punto de inflexión para los indígenas, que pudieron empezar a actuar y mostrar públicamente su religión. El reconocimiento oficial llegó más tarde, en marzo de 1995, con la firma del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas en México por parte de representantes del gobierno y de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

El ascenso de las iglesias protestantes

Los días en que el catolicismo era omnipresente en Guatemala parecen haber terminado. No sólo porque en Izabal, Livingston y alrededores hay varios grupos religiosos, como los garífunas -descendientes de esclavos africanos traídos a Centroamérica por los europeos-, sino también mormones, testigos de Jehová, bahaíes, musulmanes, judíos y agnósticos. El declive de la Iglesia se debe, sobre todo, a la abrumadora mayoría de comunidades protestantes evangélicas entre los numerosos movimientos sectarios establecidos actualmente en el país.

Su presencia es tal que casi el 42% de la población guatemalteca es protestante, frente al 45% católica, según las últimas estadísticas al respecto, publicadas por el instituto ProDatos en 2015. Este fenómeno tiene su origen en la década de 1870, cuando los gobiernos liberales comenzaron a fomentar el establecimiento de iglesias protestantes. Poco a poco, establecieron en el país misioneros y pastores bautistas, presbiterianos, anglicanos, luteranos, pentecostales y adventistas procedentes de Estados Unidos, Reino Unido, Escocia, Alemania y algunas colonias británicas del Caribe.

Inicialmente lenta, la proliferación y crecimiento de estos grupos y congregaciones se ha acelerado con relativa rapidez desde mediados del siglo XX. Al igual que en Brasil -cuya "transformación" religiosa gradual es impresionante, dado que es el país católico más grande del mundo-, el pentecostalismo ha conseguido destacar en Guatemala. Esto se debe a la flexibilidad de su estructura, que le ha ayudado a llegar a las poblaciones más pobres. El movimiento se ha acercado a los indígenas, sobre todo traduciendo los textos sagrados a sus lenguas y fundando multitud de iglesias en todas las aldeas del país. Además de proporcionar apoyo espiritual, estas iglesias han permitido a los pentecostales ofrecer ayuda material a los lugareños. Distribuir maíz o judías a los más desfavorecidos, financiar clubes de fútbol para alejar a los jóvenes de las bandas... Tantas formas de ganarse su fe, como demuestra una encuesta realizada en 2014 por el Pew Research Center. Los resultados son inequívocos: mientras que la primera razón que aducen es la búsqueda de una "relación más personal con Dios", el 60% de los católicos latinoamericanos se convierten al protestantismo porque han encontrado "una Iglesia que ayuda más a sus fieles".

Financiados muy a menudo por círculos conservadores estadounidenses, los evangelistas -pentecostales o no- aseguran también su presencia en Guatemala a través de cadenas de televisión privadas, organizaciones caritativas, ferias populares, ONG, centros educativos y grupos de estudio. Sobre todo, su influencia en la política crece de elección en elección. Lejos de adoptar una línea cercana a la teología de la liberación -que se supone concierne a todas las comunidades oprimidas-, algunas iglesias protestantes han apoyado a los partidos más conservadores, en particular a los que se oponen a la interrupción voluntaria del embarazo y al matrimonio para todos. Entre ellos figuran