Cerámica

Los chinos descubrieron la porcelana en el siglo VII. La porcelana más fina se produjo probablemente durante el periodo Song (960-1276), y las técnicas de cocción evolucionaron a lo largo de este periodo, en el que los emperadores, que eran artistas, impulsaron la investigación de la belleza y la perfección. Jugando con la apertura de las puertas del horno mientras se cocían las piezas, se dominó el crepitar ideal, creando un nuevo estilo artístico. Después se añadieron motivos pintados al vidriado, y en el siglo XIII floreció el "azul y blanco" (Qinghua), con decoraciones pintadas en azul cobalto directamente de Persia. Al principio, fue difícil domar este azul, que a menudo aparecía difuso y oscuro, antes de ser utilizado para magníficos motivos florales y paisajísticos. A partir de 1730, la demanda extranjera se disparó en China, lo que influyó notablemente en la decoración. A lo largo de su desarrollo, la calidad de la porcelana china no ha dejado de mejorar, en consonancia con la exigencia de perfección (todas las piezas imperiales se rompían si no eran perfectas, aunque sólo tuvieran un pequeño defecto). Hoy, sin embargo, ya no puede presumir de su calidad en la era de la producción en serie.

Jade

Era la piedra más preciosa a los ojos de los chinos. Cuidadosamente trabajada, pulida y esculpida, es también suave y fría al tacto. Cabe señalar que los chinos trabajaban y amaban tanto el jade que agotaron todas las minas de China. Si le ofrecen un objeto de jade, debe saber que se trata de jadeíta o nefrita, lo que no desmerece en absoluto su belleza. La jadeíta es más valiosa que la nefrita. Es más translúcida y su color varía de un verde casi blanco a un verde más vivo. También puede adquirir tonalidades azules o lavanda. La nefrita, que procede directamente de Asia Central, suele ser de un bonito verde más apagado, y también puede ser blanca, amarilla o incluso negra. Los primeros yacimientos de jade se remontan al año 5.000 a.C., cuando se utilizaban como ofrendas al Cielo y a la Tierra en sacrificios rituales y, sobre todo, en ceremonias funerarias, ya que se creía que el jade tenía el poder de prolongar la vida terrenal. Por este motivo, se utilizaba para cubrir parcialmente el cuerpo del difunto, y se han encontrado placas que debieron de ser amuletos y ornamentos. Fue a partir del siglo XVIII cuando el uso del jade se generalizó, apareciendo en arte y objetos decorativos.

Lacas

Todo el mundo ha experimentado alguna vez la agradable sensación de acariciar con la mano una puerta de armario lacada. Desprende una inmensa suavidad que contrasta con el carácter esencialmente rústico de la madera. La laca se descubrió en la China de los Shang.

Se fabrica a partir de la savia resinosa del zumaque, que no sólo es impermeable, sino que se endurece en contacto con el aire hasta adquirir un precioso tono marrón, lo que confiere una extraordinaria resistencia y protección a la madera que recubre. El proceso es bastante largo. En primer lugar, hay que lijar bien la superficie u objeto a lacar. Luego se aplica una mezcla de arcilla y laca en una capa fina. Después de secar durante al menos doce horas en un lugar sin polvo, se aplica otra capa de laca, se deja secar otras doce horas aproximadamente y se lija con cuidado. Y así sucesivamente unas veinte veces. A continuación, si lo desea, puede pintar la decoración con un pincel.

Bambú

Taiwán posee una impresionante variedad de objetos de bambú, desde utensilios cotidianos hasta obras de arte. El bambú(jhu en chino) forma parte del patrimonio cultural de Taiwán. En la tradición china, la rectitud y el vacío que caracterizan al bambú lo convierten en símbolo de nobleza e integridad. Sin embargo, los chinos no tienen el monopolio del bambú en Taiwán. Antes de que los Han llegaran a poblar la isla en el siglo XVII, los aborígenes ya dominaban el uso del bambú para construir santuarios, casas, graneros y torres de vado. También fabricaban una amplia gama de objetos con este material, como trampas para peces, despensas, capuchas, tamices e incluso ropa para protegerse de la lluvia. Así pues, el uso del bambú está muy presente en todas las culturas taiwanesas.

En la actualidad, el bambú se sigue utilizando ampliamente para fabricar diversos artículos de uso cotidiano: instrumentos musicales tradicionales, material de oficina, juguetes, artículos de tocador (como los famosos rascadores de espalda), artículos de ocio (como los platos utilizados para el mah-jong), utensilios agrícolas, aparejos de pesca (en particular cañas), artículos domésticos, artículos rituales y muebles. La artesanía del bambú sigue siendo muy popular, e incluso es objeto de numerosas publicaciones. Los taiwaneses también están muy apegados al bambú, y en las ciudades rodeadas de hormigón y acero, el sueño suele ser una casa rodeada de bambú.

En Taiwán, el té está en todas partes: en la calle, pequeños puestos venden té de burbujas para llevar (normalmente té con leche servido frío con bolitas de tapioca). Es literalmente imposible pasar por alto este auténtico fenómeno social, ya que los taiwaneses son muy aficionados a él.

Pero si el té taiwanés es conocido en todo el mundo, es sobre todo por su variedad Oolong, las más famosas de las cuales se plantan en Alishan (en el sur de Taiwán) y Lishan (en el centro del país). El Oolong, también conocido como té azul, es un tipo de té con oxidación incompleta (el té verde no se oxida, el negro se oxida por completo). Tiene un sabor muy característico y debe beberse según las reglas de la ceremonia del té Gongfu. Este ritual, cuya palabra china significa "el arte de beber té", tiene su origen en Fujian. Codificado en todos sus aspectos, el Gongfu es sin embargo muy diferente de la ceremonia del té japonesa, que tiene un carácter sagrado. En Taiwán, el Gongfu es ante todo una técnica para preparar el mejor té posible.