Rue de Bratislava © Aleksei Savin - Shutterstock.com.jpg
Eté à Bratislava© nataliajakubcova - Shutterstock.com .jpg

La minoría húngara

Por su número (unos 540.000), esta minoría, que vive en forma de diáspora, es la mejor organizada del país. Políticamente, los húngaros de Eslovaquia están representados por el Partido de la Coalición Magiar (conservadores autonomistas) y, sobre todo, por el partido Most-Híd (liberales de centro-derecha), miembro de la coalición en el poder entre 2016 y 2020. Principalmente asentados en el sur, a orillas del Danubio, los húngaros de Eslovaquia tienen muchas escuelas infantiles, primarias y secundarias en húngaro, pero ninguna universidad que enseñe solo en húngaro. La cátedra de lengua húngara de la Universidad de Nitra sólo ofrece el 50% de sus cursos en húngaro. Los jóvenes húngaros que cursan estudios superiores suelen trasladarse a Hungría y tienden a quedarse allí después de graduarse. En cuanto a los medios de comunicación, la emisora nacional eslovaca RTVS emite 35 horas semanales en húngaro, y hay numerosas emisoras de radio y canales de televisión en húngaro y una quincena de periódicos.

Relaciones políticas tensas

La historia ha marcado el destino de los eslovacos, dominados por los húngaros durante novecientos años. El Tratado de Trianón de 1920 formalizó el desmembramiento de Austria-Hungría al final de la Primera Guerra Mundial. Se redibujó el mapa y nació Checoslovaquia, que absorbió ciertos territorios de mayoría húngara, sobre todo al norte del Danubio. En estas zonas mixtas, la cohabitación transcurrió sin sobresaltos. Komarno y Štúrovo, por ejemplo, registraron un número récord de matrimonios mixtos en ciudades donde todos hablaban dos lenguas, sin que se produjeran tensiones. Es en el plano diplomático donde las relaciones son más complicadas. Los políticos utilizan este tema como herramienta y, como en una partida de ping-pong, los líderes populistas de los dos países se turnan para arremeter el uno contra el otro tocando esta cuerda nacionalista. Cada uno defiende su bando con su propio arrebato mediático, recurriendo a ciertas heridas históricas del pasado que no han cicatrizado y que han provocado cierta polarización.

Los checos

Esta minoría representa el 0,8% de la población eslovaca. Perfectamente integrados, los checos comparten lengua y cultura con su hermana eslovaca. Existen estrechos vínculos entre ambas naciones y, tradicionalmente, el Presidente eslovaco recién elegido realiza su primera visita oficial a su homólogo checo. Muchos estudiantes eslovacos estudian en universidades checas de Brno y Praga, y muchos eslovacos tienen familia al otro lado de la frontera. De hecho, durante el "divorcio de terciopelo" era posible elegir entre la nacionalidad checa y la eslovaca. Todos los eslovacos entienden el checo, sobre todo gracias a la televisión, que ofrece muchas películas en checo, principalmente por razones económicas. Aunque existe una rivalidad histórica, sobre todo en el deporte, con un ligero complejo de inferioridad por parte eslovaca, los dos pueblos disfrutan de una relación especial.

Los rutenos

Esta minoría poco conocida representa sólo el 0,4% de la población total eslovaca, con unos 33.000 miembros declarados. Este pueblo con un territorio claramente definido, denominado Ucrania Subcarpática, se encuentra actualmente en su mayor parte en el oeste de Ucrania, alrededor de Lviv, y en una pequeña parte del este de Polonia, Hungría, Eslovaquia y el norte de Rumanía. La historia de esta nación es similar a la de Eslovaquia, salvo que nunca ha logrado fundar su propio Estado. Al igual que Eslovaquia, Rutenia estuvo bajo influencia húngara desde el sigloXIV hasta 1918, cuando cayó el Imperio Austrohúngaro. Los rutenos pidieron entonces integrarse en Checoslovaquia, al tiempo que reclamaban cierta autonomía. El Tratado de Saint-Germain-en-Laye de 1919 confirmó este deseo. La primera República Checoslovaca, una democracia parlamentaria, se dividió en cuatro zonas, Bohemia, Moravia-Silesia, Eslovaquia y Rutenia Subcarpática, cada una de ellas con autonomía cultural, sobre todo en cuanto a las lenguas administrativas. El estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó un punto de inflexión: Checoslovaquia fue desmembrada y Rutenia declaró su independencia durante sólo cuatro días, antes de la llegada de los ejércitos nazis, que la volvieron a unir a la Hungría de Horthy, aliada de Hitler. Los rutenos participaron entonces en la liberación del país como parte de los ejércitos checoslovacos, especialmente en el paso de Dukla, cerca de Svidník. Tras la guerra, la URSS redibujó sus fronteras y se apoderó de la parte oriental de Eslovaquia, incluida Oujhorod (hoy en Ucrania), capital regional de Rutenia, para tener frontera directa con Hungría. La unidad territorial de Rutenia se hizo añicos y su nación fue cayendo poco a poco en el olvido. Sin embargo, esta comunidad, que aún cuenta con unos 700.000 habitantes, ha conservado su cultura ancestral. Rutenios significa "pequeños rusos". Hasta el siglo XIX, este término se refería a los habitantes de Rus, el territorio del príncipe de Kiev en la Edad Media. Los rutenos eran conocidos originalmente como rusenios o rusos, nombre utilizado para designar a todos los ucranianos. En la actualidad, la mayoría de los rutenos viven en el oeste de Ucrania y hablan una lengua muy parecida al ucraniano. Utilizan el alfabeto cirílico, pero son greco-católicos (uniatas), a diferencia de los ucranianos, que son mayoritariamente ortodoxos. Esta minoría oficial y perfectamente integrada se encuentra en el extremo oriental de Eslovaquia, en la frontera con Polonia y Ucrania. Sigue publicando dos periódicos en su propia lengua, mientras que la televisión y la radio nacionales emiten en ruteno.