¡Subiendo a la cima!

Aunque las montañas de la región no sean las más altas del país, ofrecen paisajes excepcionales para disfrutar tanto en verano como en invierno. Desde los Dolomitas Friulanos hasta los Alpes Julianos y los Alpes Cárnicos, ¡hay un sinfín de posibilidades para los amantes del deporte!

Los Dolomitas Friulanos ofrecen un paisaje espléndido, salvaje y virgen, donde el tiempo parece haberse detenido. Los aficionados al esquí y al snowboard pueden dirigirse a las modernas infraestructuras de Piancavallo y a sus 24 km de pistas de descenso. La estación fue también la primera de Italia en contar con un sistema de fabricación de nieve artificial, y ya ha acogido varias competiciones internacionales.

Al norte del Parque Natural de los Dolomitas Friulanos, Forni di Sopra es la perla Cárnica de los Dolomitas Orientales, enclavada entre las magníficas cumbres dolomíticas: la Cridola (2.581 m) y Monfalconi al oeste, Pramaggiore (2.478 m) al suroeste, y la Bivera (2.473 m), Clap Savon (2.462 m) y Clap Varmost (2.073 m) al noreste. Esta magnífica estación, con su típico encanto montañés, también ofrece grandes oportunidades para el esquí alpino y de fondo, incluida una larga pista nórdica de 18 km.

Por último, también puede practicar sus habilidades con el bastón en Claut, en el valle de Valcellina.

En los Alpes Cárnicos, cerca de la frontera austriaca, los esquiadores se sentirán especialmente atraídos por el Monte Zoncolan. El teleférico de Ravascletto le llevará rápidamente a la cima, donde podrá disfrutar de 22 km de pistas. También se puede llegar al Zoncolan desde la estación de esquí de Sutrio o desde la de Sappada, cerca de la frontera.

En los Alpes Julianos, enclavados entre Austria y Eslovenia, los esquiadores y snowboarders pueden dirigirse a Tarvisio y Camporosso para subir al Monte Lussari y disfrutar de sus 1.000 m de desnivel y 24 km de pistas.

En verano, a lo largo de los tres macizos, los esquiadores dejan paso a los excursionistas encantados por el aroma de los pinos y las orquídeas silvestres. En todas las estaciones mencionadas abundan las actividades estivales, desde el senderismo y la equitación hasta la bicicleta de montaña, el ala delta, el baño (fresco) en los lagos de montaña (que también se pueden explorar en kayak y canoa) y el rafting y barranquismo en los torrentes.

En la costa: descansar, nadar y navegar

Tras unos chapuzones en los lagos más fríos, los bañistas pueden dirigirse al mar Adriático para disfrutar de temperaturas más cálidas. El litoral que rodea Trieste, con sus playas de guijarros, calas y cabos rocosos, es ideal para relajarse y practicar deportes acuáticos. Subiendo por la costa hacia el norte de la ciudad, las playas de cemento se extienden a lo largo de la carretera hasta Grignano. En esta ruta costera, los aficionados a la vela no querrán perderse una parada en la localidad de Barcola, famosa por su playa, muy frecuentada por los triestinos, y por su puerto deportivo. Este lugar es mundialmente conocido por acoger la mayor regata de la cuenca mediterránea, la Barcolana, el segundo domingo de octubre.

Más lejos, al otro lado del Golfo, se encuentra la costa friulana, una sucesión de largas playas de arena y reservas naturales habitadas por numerosas especies de aves. Las lagunas de Marano y Grado son el refugio ideal para quienes evitan las playas masificadas y desean disfrutar del litoral en compañía de garzas y cormoranes. La estación balnearia de Grado también es famosa por sus propiedades terapéuticas desde el siglo XIX. Por último, el famoso parque acuático Aquasplash de Lignano Sabbiadoro lleva décadas haciendo las delicias de familias locales y turistas.