Una dirección parisina que atrae a muchos clientes por su decoración que roza los tópicos del bistró francés.
Entre el Panteón y Luxemburgo, si te emborrachas por la zona y no sabes dónde pararte para comer, es una buena dirección. Esta es la pura tradición tricolor, perpetuada desde hace muchos años. Perraudin es una de estas antiguas direcciones parisinas que atraen a los clientes con una presentación y una decoración que bordean los clichés bistroteros franceses. En el menú se sigue en el tradicional y el clásico: terrina de fuego, buey de borgoña a la antigua, confitado de pato, crema quemada y mullida de chocolate, por citar sólo ellos. Está bien hecho y las porciones son generosas. En resumen, un regalo para los amantes de la cocina de la abuela.