Generosidad, sinceridad y autenticidad. Estas son las primeras palabras que nos vienen a la mente cuando abrimos la puerta de Le Garet y descubrimos una sala cargada de historias, grandes y pequeñas, y nos encontramos con la mirada de Emmanuel Ferra. Los primeros vestigios de Le Garet, entonces porte pot, se remontan a los años 1870, pero fue en la década de 1930 cuando se convirtió en bouchon, antes de alcanzar su reconocimiento durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a Maurice Néanne. Durante la Segunda Guerra Mundial, Le Garet también fue un lugar destacado de la Resistencia, ya que Jean Moulin venía a comer aquí. Como tributo, su nombre está grabado en una placa de latón sobre la primera mesa donde se sentó.
Para apropiarse de los lugares y hacerlos evolucionar no bastaba con que Emmanuel Ferra trajera un poco de luz a una sala donde se rodaron escenas de El relojero de Saint-Paul, era necesario cambiar la mentalidad de los clientes fieles, a los que propone, además de las especialidades de la casa —sesos de ternera con salsa meunière, cabeza de ternera, tetinas de vaca, testículos de oveja—, sugerencias de temporada que son, en cierto modo, la respiración del chef. Siempre hay buenos productos, como tomates de campo, bogavantes azules o presas de caza. Apasionado por el deporte (el rugby y el balonmano) y por su trabajo, y enamorado de su familia, Emmanuel Ferra es un hombre de convicciones que regenta un bouchon muy recomendable.
On y mange bien, c'est copieux, et le personnel est topissime
Je recommande vivement
les patrons et le personnel (serveurs et cuistots) son super
on y est comme a la maison a tel point que l'on a pas envie d'en partir. Convivial n'est pas assez fort pour exprimer mon ressenti.
essayer car comme nous , vous n'aurez qu'une envie : Y RETOURNER
Merci a toute l'équipe pour ce grand moment et a très vite
Produits frais, de saison, dans une ambiance on ne peut plus chaleureuse..
Le nec plus ultra des bouchons lyonnais !
A recommender.