Cuando se come en la familia, no siempre es un placer. En este caso, es lo contrario y en esta familia la sonrisa a los labios -después de reservarse, es más prudente que hacerse picar un lugar por un primo alejado- y la envidia del vientre de saborear un buen plato de temporada. Si el tiempo lo permite, se disfruta de la terraza que da a una pequeña calle poco transitada o se refugia en una sala tendencia bistró con sus retratos de familia colgados por todas partes. En cuanto a la cocina: el respeto de los productos, de los sabores simples pero refinados, de los platos amañados, de unas bonitas reducciones para las que se toma el tiempo. Cabe destacar que, a mediodía y por la noche, la familia propone siempre un plato vegetariano. Este verano, cuando el calor no nos abría especialmente el apetito, una calabaza redonda con pequeñas verduras, huevos y patatas nuevas asadas nos lo hizo (por supuesto, el apetito). De frescura siempre con riletas de merluza con hierbas o un muslo de lata confitada con aceite de tomate, para terminar con un clavafoutis con albaricoques y crema de mascarpone. Una familia adinerada que se acepta gustosamente el tiempo de una comida.
Repas top.
Des lorrains de passage