MUSEO GRUTTERSWINKEL
Museo con una presentación directa de la historia profunda de la ciudad, con varias salas con encanto, y especialidades culinarias
Se trata de un museo, o más bien dos museos, como nos gusta, que nos sumerge directamente en la historia profunda de la ciudad y de la provincia. La primera parte se encuentra en una mansión renovada que data de 1760, una tienda de comestibles que ha permanecido intacta y que, por tanto, es intemporal. Es agradable pasear por las distintas salas con encanto y descubrir las especialidades culinarias frisonas, como pasteles, dulces y galletas. Pero el descubrimiento no acaba ahí, porque la tienda de comestibles está conectada a otro edificio que alberga el segundo museo, ¡el de la destilería Boomsma! Esta famosísima empresa se fundó en 1883. La gama de productos se divide en dos categorías. En primer lugar, los productos típicos holandeses con diferentes géneros, y en segundo lugar, coñacs y whiskies. La especialidad del lugar es la beerenburger, un amargo con hierbas aromáticas. El museo le lleva a una destilería de los años 30, donde puede ver y oler las diferentes hierbas utilizadas en la producción de los productos. Una película presenta la historia de la empresa, y los vasos y botellas antiguos te transportan y te dan sed. Al descanso le sigue (a menudo) una degustación en el encantador y muy marrón café que hay detrás del museo. El establecimiento está reconocido como de utilidad pública y esto es una buena noticia. El consejo es acertado: ten cuidado, si visitas la Torre Oldehove después, se verá aún más inclinada y no estarás soñando