Achilleion

Ante una invitación a un palacio de verano de una antigua emperatriz de Austria no se puede negar uno. Y menos a este: en un episodio inédito de la vida de Sissi, la emperatriz se inventó una odisea en una isla griega. Isabel de Baviera pasó varios veranos en Corfú, alejada de la corte de los Habsburgo y su asfixiante protocolo. Habría elegido este lugar sumamente romántico tras la trágica muerte de su hijo para construir este palacio neoclásico en 1892.
En las salas de la planta baja, decoradas con hermosos frescos, algunos recuerdos dan testimonio del paso de sus ilustres invitados. Su pasión por la mitología se percibe en todo el edificio. En las paredes, numerosos cuadros recuerdan las escenas más heroicas de la Ilíada. La más mínima pieza del mobiliario lleva incrustados motivos griegos. Era una enamorada de las artes e incluso dedicó una estatua a cada una de las nueve musas. Sissi se dedicó con la toda la energía de su desesperación a esta casa.
El amplio jardín, desde el que se obtienen unas magníficas vistas al Pontikonissi, también está decorado con algunas estatuas. En medio de los cipreses y las palmeras, un Aquiles de bronce saluda al cortejo de visitantes que accede a la villa. Guillermo II, que después readquirió y ocupó el palacio, se llevó la de Heine y la sustituyó por un rudo Aquiles victorioso para eclipsar el bonito Aquiles de Ernst Herter. Pero la historia continúa: el palacio sirvió como hospital a partir de 1915. Después, el gobierno griego instalará allí un casino, antes de convertirlo en museo. Un siglo más tarde, el palacio de verano no ha perdido nada de su magnificiencia. En 1980 el Achilleion recibía la visita de James Bond. La villa y su jardín sirvieron de decorado para una película con un título evocador: Solo para sus ojos.
Porque sigue habiendo un punto de vista que no se discute: situado en la parte alta de Gastouri, a unos diez kilómetros al sur de la capital, el Achilleion domina su mundo. Desde la terraza de este edificio neoclásico, las vistas abarcan los jardines a la italiana poblados de figuras mitológicas. En el horizonte, los acantilados con una vegetación exuberante se desploman hacia el mar esmeralda. Y en una cala repleta de espuma, se adivina una playa de arena dorada lamída por las olas.