Restaurante abierto al público, habitaciones dobles desde 180 euros, degustaciones desde 15 euros.
Las tierras de la Quinta de Ventozelo fueron cultivadas por los monjes cistercienses, grandes promotores de la agricultura local y fundadores del vino de Oporto, que vivieron en la zona en la Edad Media. La primera referencia histórica a Ventozelo se remonta a 1288, pero alrededor de 1500, por enfiteusis del monasterio cisterciense de S. Pedro das Águias, que pasó a ser propiedad de los nobles de la Casa do Poço, en Lamego, se creó la quinta.
Es una de las mayores y más antiguas quintas del Duero. Ha tenido varios dueños a lo largo de los siglos, cada uno transformándolo hasta que está como lo conocemos hoy.
La singular geografía de la Quinta de Ventozelo le da innumerables posibilidades de explotación. Así, un bosque mediterráneo con una gran diversidad de flora y fauna cubre una gran superficie de la quinta. A nivel agrícola, la producción de aceite de oliva, miel, frutas y corcho también tiene su lugar. Pero es la zona reservada para la viticultura la que predomina. La Quinta de Ventozelo es una verdadera reserva de la biodiversidad de la región.
El sol y el clima excepcionales de Ventozelo permiten una excelente viticultura. Entre todas las especies y cultivos que viven aquí, la vid es la reina. Con más de un millón de cepas plantadas en casi 200 hectáreas, desde las orillas del Duero, a casi 130 metros, hasta la cima de la Quinta, por encima de los 500 metros, las uvas alcanzan una frescura notable.
El objetivo del equipo técnico es maximizar la diferenciación y la excelencia de esta tierra gracias a su diversidad de altitudes, exposiciones, edades de las cepas, densidad de plantaciones, variedad de variedades de uva y sistemas de conducción.
Comprender esta complejidad y saber elegir las mejores prácticas vitivinícolas para obtener vinos únicos es un verdadero desafío. Todos los vinos de Ventozelo combinan la esencia única de este lugar con la elegancia y el equilibrio de los grandes vinos del Duero.