Los más bellos edificios religiosos Azores

Subiendo desde el metro Avlabari, hay que tomar la calle Meskhishvili para ir hasta la catedral Sameba, sede de la Iglesia ortodoxa de Georgia. Esta estructura grandilocuente de 84 metros de altura, de estilo neomedieval o historicista, fue financiada por el multimillonario georgiano Boris Ivanishvili; su construcción comenzó a principios de la década de 2000, y su parte subterránea apenas está terminada. Este orgullo de la renovación ortodoxa en Georgia es muy controvertido; en primer lugar, muchos ortodoxos juzgan como pecado haber construido una iglesia mayor que los santuarios tradicionales de Svetitskhoveli y Alaverdi. Otros la encuentran contraria a la espiritualidad georgiana, imperialista y fría. Además, fue construida en el corazón del barrio armenio, en pleno cementerio armenio de la ciudad (el panteón armenio fue parcialmente dañado con los movimientos de tierras y ahora se encuentra en un extremo del gigantesco complejo). La comunidad armenia se indignó por la violación de su patrimonio, y lo ha vivido como una provocación del poder georgiano ortodoxo en el corazón de su barrio. Ahora, en la calle Meskhishvili hay cada día una auténtica invasión de peregrinos ortodoxos, que ha conllevado la apertura de tiendas de iconos y accesorios religiosos en el interior del gueto armenio. Realmente debe subir —sea o no aficionado a este gigantismo— para constatar la fastuosidad y la riqueza de este complejo que, por lo demás, tiene un aspecto de monasterio tibetano, con su gran terraza dominando todo el valle. El interior está forrado en mármol, y alberga numerosos tesoros. En el sótano hay una cripta casi tan grande como la sala superior, y en la que también se ofician actos religiosos. Sameba ha destronado a Sioni como sede del patriarcado ortodoxo y todas las ceremonias político-religiosas se realizan aquí. En una celebración oficial se instala una tribuna ante el Parlamento, antes de que toda la delegación acuda a Sameba.

Puede darse una vuelta por la iglesia parroquial de Nossa Senhora da Anunciação, edificada en el siglo XVI y reconstruida en 1782, sobre todo por la vista que se despliega desde el atrio, en la parte trasera, de los acantilados de la costa norte, a la sombra de una magnífica araucaria. Pero sobre todo no debe perderse, al cruzar al otro lado de la EN1A, al fondo de una garganta estrecha, la preciosa cascada de Achada, en medio de un auténtico bosque de pitosporos.

La construcción de esta iglesia está relacionada con un pequeño «milagro». Mientras se cavaban los cimientos del edificio, se descubrió la única fuente en la isla. Su agua, muy fresca, recogida bajo el altar, tendría virtudes milagrosas, de ahí su nombre de Nuestra Señora de Lourdes. Tanto el exterior, con sus dos torres laterales, como el interior son muy sencillos y no tienen ningún elemento de referencia arquitectónica. El lugar es conocido principalmente por la fuente.

Forma parte del antiguo convento de Santo André, del siglo XVI (parcialmente destruido tras la extinción de las órdenes religiosas en 1832, el palacio y la iglesia siguen en pie). Es aquí donde se inventaron las famosas queijadas da Vila. Los estilos barroco y neoclásico se mezclan. Cuando el rey don Pedro IV decidió disolver las órdenes religiosas en 1832, las clarisas tuvieron que cerrar la tienda, y hoy solo queda una parte de la iglesia y del locutorio. Si se encuentra en Vila Franca do Campo, la visita puede resultar interesante.