Un lugar descubierto por el inteligente y subtitulado «Gourmandis & Connivence». Había sido severa con la falta de «connivencia» que existe entre la cocina bistronómica de un joven chef japonés Hiroyuki Watanabe y la decoración demasiado fría de una sala que dispara más bien al gastro que al bistró. La impresión persiste, aunque se haya podido apreciar en Flair un servicio entre las más agradables, el ambiente general de los lugares no concuerda con el espíritu que se quiere poner. Sin duda habría que cambiar el decorado para que veníamos a este extremo de la calle de la Charité. Aparte de este aspecto que nos molesta cada año, hay que decir que la cocina del chef hace maravillas, tanto a mediodía como con una fórmula que cambia diariamente según el mercado de temporada y una carta donde la aparente simplicidad de los platos esconde un know-how perfectamente controlado: tártaro de dorada marinada en verrina y espuma de dashi; " foie gras ", ciruelas pasas y jamón madurados; pluma de cerdo asado con salsa picante y trompeta de la muerte. Para terminar con un delicioso pastel de chocolate, mirabelas y crema de pistacho. Una dirección que no puede seducirnos.
Un restaurant qui vaut le détour et à absolument recommander si vous passez par Lyon...
Nous avons passé un excellent repas, le service était irréprochable et le cadre aussi puisque cela n'était pas bruyant (malgré la salle remplie de clients). Chaque plat servi était un délice. Je recommande vivement.
Nous recommandons !