Los mejores restaurantes Veliko Tarnovo (Велико Търново)

El restaurante del hotel Gurko ofrece una maravillosa vista de los meandros. La decoración de madera hace que el lugar sea muy acogedor. Los platos son deliciosos y la cocina tradicional de las mehanas se enriquece aquí con algunas ideas muy originales, como el gyuvetché (recetas cocinadas en cazuelas de terracota en el horno) y los satch (platos cocinados en platos de terracota). La carta de vinos es muy variada y le aconsejarán con sabiduría. Los postres son apetitosos. El servicio es de calidad y sonriente, en un ambiente es agradable. Merece la pena probarlo.

Es un placer encontrar este restaurante, con un local también en Sofía. La sala de este Shtastliveca, en la calle principal del casco antiguo, ofrece una vista impresionante de un meandro del Yantra, de la isla donde se encuentra el imponente Museo de Historia, rodeado de verde. Justo enfrente del puente colgante se encuentra el enorme local en desuso del antiguo Interhotel, de arquitectura «brutalista». Se puede disfrutar de cocina búlgara, parrilladas, pizzas y risottos en un ambiente animado.

Hay dos restaurantes Ego en Veliko Tarnovo, ambos situados en el bulevar del centro de la ciudad, con vistas al valle y amplios espacios abiertos, algunos de ellos un poco aislados. El servicio es durante todo el día, como suele ocurrir en los restaurantes búlgaros, y sirven platos tradicionales de la zona, así como una gran variedad de pizzas y parrilladas. No se olvidan tampoco de las verduras y las sopas son deliciosas. Puede elegir una bebida de la carta de cervezas, aperitivos y vinos locales o de fuera. También boza, ayran y agua mineral Devin.

Es uno de esos buenos restaurantes panorámicos del bulevar central con vistas al valle, las montañas y el escarpado casco antiguo. Al igual que sus vecinos, el restaurante Ethno sirve excelente cocina búlgara, carnes a la parrilla, pasta y risottos de inspiración italiana. El amplio comedor y la terraza con vistas al vacío invitan a pasar un rato agradable. El servicio es eficiente. En verano, puede resultar un poco lento cuando todas las mesas están ocupadas por la gran afluencia de comensales. Así que es mejor que venga entre las horas punta.

Este restaurante es una joya del patrimonio. Es un buen local en el casco antiguo, con precios muy asequibles para la calidad que ofrecen. Un lugar cargado de historia (el edificio data de 1858) y un tanto secreto. Hay que pasar por un porche y, una vez en el patio, dirigirse al fondo, a la derecha, hasta llegar al establecimiento. La decoración es antigua, en una magnífica bodega abovedada. Encontrará especialidades búlgaras, bonitos platos y una buena carta de vinos. El servicio es impecable, discreto y profesional.