HARÉN
Sus cinco iwán de una sola columna dan a un largo patio interior flanqueado por una serie de apartamentos de verano e invierno. Cinco iwán, uno para el kan y los otros cuatro para cada una de sus esposas. La imagen ha hecho soñar a varias generaciones de turistas, pero es muy clásica y no tiene en cuenta a los cautivos que vivían a granel en las habitaciones que rodean el patio, ni los ocasionales derechos de pernada de los que abusó el último kan, Asfandiar Kan. Los apartamentos del kan y de sus esposas tienen la misma arquitectura: un iwán alto abierto al noreste para evitar los rayos abrasadores del sol en los meses de verano y una pequeña habitación contigua que, se supone mantiene una temperatura soportable durante los meses de invierno. Los esclavos y los miembros de las familias de las mujeres del kan vivían en las otras habitaciones y los pequeños iwán se alineaban en el patio interior. El conjunto fue decorado por los mejores artesanos de la época, a cuyo talento no parece haberse escapado nada en todo el edificio: ni las ventanas caladas de las salas de invierno, ni las columnas de madera finamente talladas, ni los casetones de madera de los techos pintados con motivos geométricos. Las paredes de los iwán, totalmente decoradas con mayólica azul y blanca, son obra del maestro artesano Abdullah Djinn, que también decoró la mezquita del Arq. La similitud de estilo es sorprendente, pero las proporciones son más importantes aquí. Una vez más, las paredes de los iwán están pintadas con colores fríos, mientras que los techos son cálidos. Los patrones de mayólica de los cinco iwán son todos diferentes. Al final del harén se abre una sala con un techo sostenido por diez columnas de madera que alberga el Museo de Artesanía. Para acceder a la parte pública del palacio, en la que se encuentran la sala de audiencias, el salón del trono y el tribunal, hay que volver a salir y adentrarse por el callejón que discurre entre el harén y la madrasa Kutlug Murad Inak. La puerta está un poco más adelante, a la derecha.
Malgré la présence de nombreux touristes et les innombrables stands d'objets artisanaux (y compris à l'intérieur des monuments !) un charme certain se dégage de la vieille ville de Khiva et de ses nombreux et beaux monuments. Magique surtout quand c'est le premier contact avec l' Ouzbékistan !
Parmi tous les monuments à visiter le harem du palais Tosh Hovli est le plus remarquable mais ne manquez pas tous les autres et prévoyez au moins 2 jours compllets à Khiva.