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Fauna terrestre

Túnez alberga 78 especies de mamíferos, entre ellas 28 especies raras y 7 protegidas o en peligro de extinción, como el león del Atlas (erradicado en 1927) y el guepardo. El país es mundialmente famoso por la diversidad de sus reptiles. Entre ellos, el lagarto (cola de látigo) se caza y mata para venderlo disecado a los turistas o por su carne curativa. En Túnez han desaparecido muchas especies, como elefantes, guepardos y linces. Animales salvajes como leones, panteras y leopardos llevan casi un siglo extinguidos. La Sociedad Tunecina para la Protección de los Animales ha puesto en marcha un programa de conservación y cría de especies amenazadas. Actualmente se intenta reintroducir algunas de ellas, como los muflones y los antílopes.

En el desierto se pueden encontrar lagartos, roedores, serpientes y escorpiones, siendo más difícil encontrar fennecs (zorros del desierto), y los dromedarios no suponen ningún problema. Durante la fiesta de Douz, el sloughi ocupa un lugar destacado. El sloughi es el "lebrel del desierto", más pequeño que el galgo de nuestras tierras, y muy apreciado para la caza menor y la captura de presas. Elegante y majestuoso, este lebrel de pelo corto es el único perro tolerado en las tiendas beduinas. También conocido como "lebrel del desierto", este frágil cánido es una de las razas de lebreles más raras de Occidente. Al suroeste de Bizerta (75 km al norte de Túnez, en el Parque Nacional de Ichkeul), encontrará búfalos de agua, jabalíes (en la puerta del desierto), puercoespines y nutrias. En Yerba, hay mangostas, chacales, hienas, reptiles, fennecs y dromedarios. El parque nacional de Chaâmbi alberga gacelas, muflones, hienas, águilas, buitres y halcones.

Centrarse en el camello

El dromedario apareció en Túnez hacia el siglo IV d.C., cambiando los hábitos nómadas de las tribus bereberes. Acostumbrado al calor abrasador y a las largas meharees (caminatas), la resistencia del camello contribuyó a los proyectos de conquista y comercio de las poblaciones bereberes. Con un camello no se pierde nada. Su pelo, cuando muda, proporciona el material necesario para confeccionar alfombras y ropas resistentes; su leche, más rica que la de vacas y cabras, es un alimento apreciado, mientras que sus excrementos tienen poderosas propiedades terapéuticas, sobre todo para las mordeduras de serpiente. La proverbial sobriedad del dromedario le permite pasar hasta 40 días sin beber. Sus fosas nasales se cierran cuando se levanta el viento, lo que permite a este "buque del desierto" seguir caminando sin obstáculos cuando sopla el simoun, y sus patas, equipadas con almohadillas redondas, le impiden empantanarse donde los 4x4 más modernos no se aventuran. Este cuadrúpedo puede recorrer 180 kilómetros en un solo día y ayunar durante una semana. Por otra parte, cuando bebe, puede ingerir hasta cien litros, lo que equivale a una sexta parte de su peso, ¡600 kilos! Puede soportar una carga de 350 kg sin pestañear y vivir hasta los 40 años.

Los pájaros

en Túnez se han registrado 395 especies de aves, incluidas especies extinguidas. Esta fauna se compone de especies sedentarias y migrantes invernales, cuando las aves regresan a los humedales. El colirrojo tizón es la única especie endémica de Túnez. El país cuenta con numerosos parques nacionales donde se puede observar la fauna local. Clasificado como "reserva de la biosfera" en 1977 por la Unesco, el parque nacional de Bou Hedma, al suroeste de Sfax, alberga aves zancudas como la avutarda, cuya carne es muy apreciada; también se ha introducido el avestruz. El parque nacional de Ichkeul alberga numerosas especies de aves en invierno. Las marismas del golfo de Gabes albergan flamencos, gaviotas y limícolas. Águilas y halcones también surcan los cielos tunecinos; el halcón de Eleonora es especialmente común en el archipiélago de La Galite. Muchas aves crían en este pequeño islote, así como en los de Zembra y Zembretta. Yerba es también escala de ciertas aves migratorias, como los flamencos rosas.

Vida marina

Se sabe poco de esta fauna y faltan estudios al respecto. Sin embargo, las aguas tunecinas cuentan con una gran población de invertebrados (moluscos, crustáceos, esponjas, etc.). La población de vertebrados que puebla sus aguas está formada por mamíferos, aunque la foca monje parece haber desaparecido. El golfo de Gabes es rico en aves marinas y alberga algunos tiburones de estuario. Las tortugas marinas están protegidas. También hay 59 especies de peces cartilaginosos y 227 de peces óseos (de las 532 del Mediterráneo).

Una flora adaptada al clima subtropical tunecino

La presencia de vegetación en Túnez depende de su resistencia a la sequía, sobre todo durante el verano, ya que los calurosos vientos del sur suponen una grave amenaza para plantas y árboles. Con sus hojas pequeñas y rugosas que limitan la evaporación, los alcornoques, las encinas y los acebuches son resistentes. El pino carrasco también es muy resistente. Son las plantas herbáceas las que sufren: se marchitan y se secan. Entre el Sahel mediterráneo y el Sáhara, las únicas plantas que resisten son el esparto, utilizado para fabricar cuerdas, alpargatas y papel de imprenta, y el cáñamo, cuyas hojas se utilizan para fabricar tejidos. En el desierto, las gramíneas perennes penetran varios metros en el suelo para almacenar la humedad y resistir al siroco. El tamarisco deja pasar el viento a la vez que proporciona sombra, y los vivacs suelen hacerse cerca de los abrevaderos en las zonas donde crece el tamarisco. Por la noche, la madera muerta es muy útil para preparar la hoguera. Las palmeras datileras crecen en las proximidades de los chotts el-Djérid, el-Fejej y el-Rharsa, gracias a los acuíferos subterráneos. Yerba y la península de Zarzis escapan a la sequía gracias a la corona mediterránea. En resumen, la flora de Túnez se compone de orquídeas, árboles (pino, tuya, chumbera, ciprés, enebro, manzano de Sodoma, roble, álamo, tamarisco, olivo, pistacho, palmera datilera, adelfa...). La acacia faux-gommier es la única especie de acacia autóctona de Túnez, con una población protegida en el Parque Nacional de Bouhedma.

Su Majestad la Palmera

Aquí, la palmera datilera es la reina. Se utiliza en la isla, como en todo el país, de mil maneras diferentes. Pero si este árbol es tan preciado, no es por sus dátiles, que son de calidad mediocre y se dejan a los animales. Su valor reside en sus palmas, su tronco y su savia. Una vez cortadas, las palmas se utilizan en la pesca fija. También sirven para fabricar trampas, cestas, canastos, el famoso petase, el sombrero de Djerbian, y cuerdas. Sus troncos se utilizan como componente principal de los armazones de los menzel. Una vez extraídos los frutos, los racimos de dátiles se utilizan para rellenar colchones. Por último, el palmito fresco es un manjar muy apreciado. Pero sigue siendo la savia de este árbol rey, llamada lâghmi, la más apreciada por los djerbianos. Es una bebida refrescante, que algunos comparan con el zumo de piña. Se cosecha de abril a octubre. Para ello, se despoja al rey de su corona, se le quitan las palmas y se excava un canalón circular del cono vegetal restante. La savia que gotea del canalón se recoge en una gárgola fijada al árbol con este fin. La producción es de unos 7 a 10 litros diarios. Desgraciadamente, esta operación puede ser fatal para la palmera si no se toman las precauciones necesarias, y sobre todo si no se elige un ejemplar joven y robusto. El djebel deja este minucioso trabajo a los especialistas, los hombres del Sur. Las palmeras se alquilan por 10 dinares al año. Generalmente arrendatario de varias unidades, el recolector viene todos los días a recoger las gargoulettes. Por la mañana, recogen la savia recién escurrida durante la noche y, por la tarde, vuelven a colocar el receptáculo. Hay que estar en buena forma física para realizar este tipo de trabajo, en el que hay que trepar de árbol en árbol durante todo el día, utilizando una cuerda, una escalera o simplemente las propias fuerzas.

La necesaria protección de la biodiversidad tunecina

Túnez es parte integrante del paisaje mediterráneo. Ha surgido una auténtica cultura medioambiental, de la que depende el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Mientras que el campo sólo se ve afectado en menor medida por los problemas medioambientales, la periferia de las grandes ciudades como Túnez y Sfax está muy preocupada por la contaminación, sobre todo por la crisis de los vertederos en Sfax, que enfrenta a los habitantes con el Estado. Por ello, el gobierno se esfuerza por armonizar la protección del medio ambiente y el desarrollo económico. El Ministerio de Medio Ambiente y sus organismos de control se enfrentan ahora a nuevas emergencias medioambientales, tras una relajación de la atención debida a las crisis de la última década.

Entre las cuestiones prioritarias figuran la lucha contra la contaminación y las molestias causadas por los insectos en las sebkhas, la gestión de residuos con reciclaje y recuperación progresivos, la adaptación al cambio climático y la apuesta por el desarrollo sostenible en todos los sectores.