Ciudad creativa de la UNESCO, es la capital mundial de las artes del fuego en torno a la porcelana, el esmalte y las vidrieras. Limoges es también una ciudad de arte e historia. Bañada por el río Vienne, goza de un ambiente provinciano tranquilo y dinámico a la vez. Esta ciudad de más de 2.000 años de antigüedad se articula en torno a dos centros históricos: la Ville Haute, antiguo barrio del castillo vizcondal, y la Cité, en torno a la catedral de Saint-Étienne, antigua fortaleza episcopal. La estación de Limoges-Bénédictins, inaugurada en 1929 y símbolo arquitectónico de la ciudad, es una joya ecléctica que combina Art Nouveau, Art Déco y neoclasicismo. Hay que caminar hasta el mercado central, descubrir la iglesia, el barrio de la Boucherie, ver la iglesia de Saint-Michel-des-lions, pasear por las orillas del río Vienne y detenerse en la plaza de La Motte. Limoges es un destino comercial y de moda, pero también cultural, con numerosos museos y lugares de interés patrimonial. Podrá visitar el Musée de la Résistance y el Musée des Beaux-arts, el Pavillon de la Porcelaine, el famoso museo Four des Casseaux, un antiguo horno de porcelana de ladrillo y, por supuesto, la Fundación Bernardaud, el punto culminante del espectáculo. No olvide su guía turístico.
Cerca de allí, puede pasar un día en el lago de Vassivière, un lago artificial en plena naturaleza muy frecuentado por las familias, o descubrir el pueblo memorial de Oradour-sur-Glane, donde 642 habitantes fueron masacrados el 10 de junio de 1944 por soldados alemanes. Una visita conmovedora.