Qué ver y hacer Monastir

Construido en 1963 y ampliado en varias ocasiones, este monumento alberga desde el año 2000 los restos del ex presidente bajo una inmensa cúpula dorada. A los lados del edificio principal, otras dos cúpulas verdes más pequeñas, dominadas por dos minaretes de 25 metros de altura, albergan las tumbas de los padres del presidente y de su primera esposa. A la derecha, se puede ver el pequeño morabito de Sidi Bou Zid, cuya cúpula está hecha de tubos de arcilla. La amplia explanada frente al mausoleo es un lugar agradable para las reuniones familiares y populares.

Hoy en día es la principal mezquita de la ciudad, y su construcción finalizó en 1963. Representa un intento de renovar el arte religioso en Túnez: la sala de oración es cuadrada, los capiteles de estilo hafsí. Partiendo de una base arquitectónica más bien tradicional, integra materiales de alta calidad: columnas de mármol rosa u ónice, mosaicos dorados, lámparas de cristal, etc. La mezquita tiene tres patios pavimentados con mármol blanco. Los no musulmanes tendrán que conformarse con admirar su alto minarete octogonal, ya que el acceso está prohibido para ellos.

Más allá de ser islas paradisíacas, las islas Kuriat son el escenario de una exitosa colaboración entre las autoridades tunecinas y la sociedad civil. Esta isla está gestionada conjuntamente por el Estado y la ONG Notre Grand Bleu, dirigida por activistas medioambientales. ¿El objetivo? Permitir que el hombre y la naturaleza cohabiten en un entorno único, especialmente apreciado por las tortugas bobas.

Situada a unos 20 km del continente, la isla grande, que lleva el mismo nombre que el archipiélago, tiene una superficie de unas 270 ha. 2 km más allá, la isla pequeña, la isla Conigliera, tiene una superficie de unas 70 ha. Las islas son planas y bajas (máximo 5 m sobre el nivel del mar). En la parte norte, rocosa, de ambas islas, y a muy poca profundidad, hay formaciones de fondo de maerl consideradas muy raras y vulnerables a escala mediterránea.

En la isla, no es raro ver una señal y estacas que indican un nido de tortugas. Cuando las crías de caguama abandonan su caparazón, los voluntarios las acompañan de vuelta al mar, mientras los turistas las observan con asombro. Aquí se hace todo lo posible para proteger a la tortuga boba(Caretta caretta), una especie que lleva mucho tiempo amenazada y que ahora se considera vulnerable. Estas dos islas, que están en proceso de ser clasificadas como zona marina y costera protegida, son el lugar de anidación estable de caguamas más occidental de la costa sur del Mediterráneo. Los dos islotes son populares entre las caguamas, ya que están libres de contaminación y gozan de una oscuridad total por la noche -momento en el que las tortugas desovan-, a diferencia de la mayor parte de la costa tunecina. Las hembras, que no son fértiles hasta alrededor de los 20 años, vuelven a poner sus huevos en el lugar donde nacieron. Pero sólo una de cada 1.000 tortugas sobrevive lo suficiente para reproducirse.

Cabañas de sensibilización, rutas de senderismo de 800 metros con paneles explicativos, presencia de voluntarios en el lugar durante toda la temporada de verano: todo se ha puesto en marcha para proteger a las tortugas, especialmente durante el periodo de puesta. Se ha creado un circuito de kayak: tiene 200 m de ancho y cubre todos los diferentes hábitats de aguas poco profundas que se encuentran en las islas Kuriat (praderas de posidonia, rocas, desniveles, etc.). A lo largo del recorrido, 5 balizas informan al público sobre la fauna y la flora presentes. Cada marcador está equipado con un panel de información subacuática para la natación educativa con el acompañamiento de un eco-guía subacuático.

En tierra, durante la temporada, los voluntarios se turnan para detectar nuevas puestas. Cuando los nidos se acercan a la madurez, al cabo de 50 días, los cogestores y los voluntarios los vigilan, antes de acompañar a las pequeñas caguamas al mar, compartiendo estos momentos de asombro con los veraneantes. Las crías de tortuga, de apenas 5 cm de longitud, se abren paso por la arena. A continuación, se llevan al mar, lejos de los bañistas, y se liberan cerca de los campos de posidonia submarinos, donde pueden refugiarse y alimentarse.

Además de la rara oportunidad de ver a estas crías de tortuga, la visita a las islas Kuriat es una oportunidad para comprender el impacto del calentamiento global y las consecuencias catastróficas del plástico, que rara vez se recicla en Túnez, para los animales marinos.

La ONG Notre Grand Bleu se ha fijado como objetivo proteger, gestionar, sensibilizar y descubrir el entorno natural terrestre y marino de la bahía de Monastir y las islas Kuriat. Este experimento único ha sido un éxito