Historia Historia

Los hallazgos arqueológicos atestiguan una presencia humana muy antigua en el territorio de Rumanía. Se han encontrado herramientas de pedernal que datan de  hace 600000 años. En el período Neolítico, alrededor del 5000 a. C., destacan dos culturas: la cultura de Hamangia, en Dobrogea, conocida por sus figuras de terracota, en particular por la del pensador. La brillante civilización de Cucuteni, presente en el noreste, ha dejado importantes cerámicas pintadas.

La primera mención escrita de los geta (o daces) fue hecha por el historiador griego Heródoto. Pero los geto-dacios habrían llegado unos 4000 años antes al territorio, procedentes del este. Los griegos, que establecieron puestos de comercio en la costa del mar Negro en el siglo VII a. C. (Tomis, Histria...), influyeron en gran medida en la civilización daciana. Los politeístas, los dacios veneraban a un dios supremo, Zalmoxis. Este pueblo de agricultores también explotó la sal y los metales preciosos de Transilvania, fuentes de un próspero comercio.

En el siglo I a. C., el rey Burebista (82-44) unificó todas las tribus dacianas, fundando así el poderoso reino de Dacia, cuyo centro estaba en Sarmizegetusa. Tras la muerte de Burebista, la unidad se rompe, pero la región sigue siendo considerada un peligro por Roma.

Decébalo (87-106) logra reunificar el reino. Su reinado estuvo marcado por los conflictos contra las fuerzas romanas, que finalmente invadieron la región en 105-106, bajo el liderazgo del emperador Trajano. Los colonos romanos llegaron a mezclarse con la población local. Dacia experimentó un notable auge económico y los inicios de una verdadera urbanización (Napoca, Potaissa...).

Frente a los ataques de los pueblos migrantes (godos en particular), el Imperio romano abandonó la provincia de Dacia y se retiró, entre 271 y 275. Pero la población dacio romana se mantuvo en su lugar. Los romanos, a pesar de tener menos de dos siglos de presencia, dejaron una importante herencia, especialmente en la lengua.

La población se fue volviendo gradualmente más cristiana. A lo largo del primer milenio, el territorio atravesó oleadas de pueblos migratorios (hunos, gépidos, eslavos...), que ejercieron una dominación más o menos temporal.

Las primeras formaciones políticas de los rumanos están atestiguadas por documentos del siglo X en adelante. Aparecen pequeños estados, precursores de los futuros estados feudales. Los magiares se establecieron en Panonia y fundaron el reino de Hungría en el año 1000.

Un cisma separa las Iglesias de Oriente y Occidente.

Alrededor del 1100, Transilvania se convirtió en un voivodato autónomo dentro del reino de Hungría. El rey húngaro Geza II (1141-1162) invitó a los sajones a colonizar la región para defenderla de las invasiones tártaras. Las fronteras orientales eran custodiadas por los sículos, un pueblo de habla magiar.

Basarab I (1324-1352) unificó los pequeños estados feudales existentes al sur de los Cárpatos y fundó el voivodato de Valaquia, vasallo de Hungría. Consiguió su independencia después de la victoria de 1330, en Posada, sobre el rey húngaro Caroberto de Anjou. Al mismo tiempo, Bogdan I (1359-1365), en conflicto con los húngaros, dejó su principado de Maramureș para fundar el voivodato de Moldavia.

A finales del siglo XIV, la expansión del Imperio otomano llegó al Danubio y amenazó los voivodatos rumanos. Fue el comienzo de largas guerras entre los príncipes de Moldavia y Valaquia y los ejércitos turcos. A pesar de varias victorias, la soberanía otomana se impuso en los dos estados rumanos, y luego en la Transilvania húngara, que tuvieron que pagar tributo, pero que conservaron su autonomía (excepto Dobrogea, ocupada a partir de 1421). Así, en Valaquia, Mircea cel Bătrân (1386-1418) firmó un pacto en 1415. Las relaciones se deterioraron y se produjeron batallas sangrientas bajo el mandato de Vlad Țepeș, en el poder en 1448, de 1456 a 1462 y en 1476. En Moldavia, el largo y brillante reinado de Esteban III de Moldavia (1457-1504) estuvo marcado por los enfrentamientos con los turcos, que terminaron por imponerse. En Transilvania, Matías Corvino, rey de Hungría (1458-1490), luchó contra los otomanos. Después de su muerte y de la derrota de Mohács (1526), Transilvania se convirtió en 1541 en un principado autónomo, vasallo del Imperio otomano.

Después de varias victorias sobre los turcos, Mihai Viteazul (Miguel el Valiente), príncipe de Valaquia (1593-1601), recuperó la independencia. Se hizo con el poder de Transilvania en 1599, luego con el de Moldavia en 1600, convirtiéndose así en el primer soberano único de los tres principados. La unión duró poco: Mihai Viteazul fue asesinado en 1601. Su epopeya es utilizada, desde el siglo XIX, para simbolizar la unidad nacional de los rumanos.

El reinado de este príncipe de Valaquia (1688-1714) estuvo marcado por un auge cultural. El estilo arquitectónico Brâncovenesc que surgió en esa época, mezcla elementos tradicionales rumanos, influencias bizantinas y del Renacimiento italiano. Se construyeron iglesias y palacios, incluyendo el monasterio de Horezu. Brâncoveanu mostró signos de emancipación del dominio otomano, lo que le provocó la muerte. Negándose a renunciar a la fe ortodoxa, fue decapitado con sus cuatro hijos en presencia del sultán en 1714. Comenzó entonces el período fanariota: los príncipes de Valaquia y Moldavia ya no eran elegidos por la nobleza rumana, sino que eran nombrados y destituidos a voluntad por los otomanos, que provenían de la élite griega del barrio Fanar de Constantinopla.

Transilvania pasa a estar bajo el dominio de los Habsburgo.

Moldavia es aislada de Bucovina, que es anexionada al Imperio de los Habsburgo.

En Transilvania, el campesinado rumano mayoritario está totalmente excluido del terreno político, acaparado por la nobleza magiar y la alta burguesía sajona. Inspirada por el espíritu de la Ilustración, la revuelta de 1784, dirigida por Horea, Cloșca y Crișan, fue duramente reprimida.

La mitad oriental de Moldavia (Besarabia) es anexionada por el Zar, que lleva a cabo una intensa política de rusificación, empujando a muchos rumanos a huir.

La Revolución Francesa inspiró una corriente de ideas políticas innovadoras, con el objetivo de crear un estado rumano. En 1821, Tudor Vladimirescu dirigió una revolución de carácter social y nacional, que fue reprimida por los ejércitos otomanos. Pero llevó a la supresión del régimen fanariota, que era muy impopular y corrupto.

Durante la Primavera de los Pueblos, los rumanos de Valaquia, Moldavia y Transilvania se sublevaron. La revolución fue contenida por los esfuerzos combinados de los imperios ruso y otomano, pero la conciencia nacional estaba cada vez más marcada.

El 5 de febrero de 1859, con el apoyo de las grandes potencias europeas, Alejandro Juan Cuza, príncipe de Moldavia desde hace dos semanas, fue elegido también príncipe de Valaquia. La unión de los dos principados bajo el nombre de Rumanía fue proclamada en 1862. Con su primer ministro Mihail Kogălniceanu, Juan Cuza se esfuerza por modernizar las instituciones: reforma agraria, abolición de la esclavitud de los gitanos, secularización de los dominios de la Iglesia...

Juan Cuza se ve obligado a abdicar. Carlos I, de la familia de príncipes alemanes de Hohenzollern-Sigmaringen, es entonces elegido príncipe reinante por el Parlamento Rumano. Se promulga la primera Constitución que establece una monarquía constitucional.

Como resultado de su participación en la guerra ruso-turca de 1877-1878, Rumanía proclama su independencia del Imperio otomano el 9 de mayo. Es reconocida en el Congreso de Paz de Berlín en 1878 y le devuelven Dobrogea.

Carlos I es coronado como rey. Su reinado estuvo marcado por un auge económico, gracias sobretodo a las exportaciones de cereales y petróleo.

Con Transilvania aún bajo el dominio austro-húngaro, los rumanos experimentan una magiarización forzada. En 1892, envían, en vano, un memorándum a Viena para denunciar el sufrimiento por el que estaban pasando.

El sector campesino, que no se ha beneficiado de los efectos económicos de la Revolución Industrial, se levanta para protestar contra su miseria. La revuelta es violentamente reprimida.

Carlos I muere en 1914, su sobrino Fernando asciende al trono. Inicialmente neutral en el conflicto mundial, Rumanía entró en la guerra en 1916, junto con la Triple Entente (Francia, Rusia y Gran Bretaña).

Tras la disolución de Austria-Hungría, Bucovina, la parte húngara de Banat y Transilvania se adscribieron a Rumanía, así como Besarabia, dando lugar a la Gran Rumanía. El territorio y la población se duplican. La unión fue proclamada el 1 de diciembre de 1918 (que se convirtió en una fiesta nacional), y luego fue ratificada por el Tratado de Trianon en 1920.

El rey Fernando y su esposa María son coronados como monarcas de la nueva Rumanía, en Alba Iulia.

Fernando muere. Su hijo Carlos II renuncia a su derecho a la Corona, y es su nieto Miguel, de cinco años, quien le sucede. Se establece una regencia. Carlos II retoma el trono en 1930. La década siguiente estuvo marcada por el ascenso de la Guardia de Hierro, un movimiento fascista liderado por Corneliu Codreanu. En 1933, el primer ministro Duca fue asesinado poco después de la disolución del movimiento. En 1938, Carlos II establece una dictadura real. Reprime violentamente a la Guardia de Hierro, que lleva a cabo acciones terroristas en represalia.

El pacto germano-soviético de agosto de 1939 precipitó la desintegración del país: Besarabia y Bucovina septentrional fueron anexionadas por la URSS, mientras que Hungría recuperó Transilvania septentrional y Bulgaria retomó Dobrogea.

En septiembre de 1940, el rey Carlos II abdicó, obligado por el mariscal Ion Antonescu. Este último estableció un régimen fascista, autor de muchas atrocidades. Varios cientos de miles de judíos y gitanos fueron deportados a Transnistria, donde muchos murieron. Se perpetraron terribles masacres y pogromos, incluso en Iași.

En 1941, Rumanía entró en la guerra contra la URSS del lado de la Alemania nazi. Pero después de la caída de Antonescu en agosto de 1944, Rumanía se unió a los aliados. Las tropas rumanas participaron con los soviéticos en la liberación de Hungría, Checoslovaquia y Austria.

El Tratado de París de 1947 devolvió el norte de Transilvania a Rumanía, pero no Besarabia ni el norte de Bucovina.

Poco numerosos antes de la guerra, los comunistas extienden su dominio, ayudados por el Ejército Rojo, que ocupa el país. Obtuvieron una aplastante victoria en las elecciones de 1946, que se llevaron a cabo en medio de un clima de terror contra los opositores.

El rey Miguel, que regresó al trono en 1940, fue obligado a abdicar y a exiliarse. Se proclama una República Popular al estilo soviético y comienza entonces, una violenta ola de represión contra intelectuales, demócratas, campesinos anticolectivistas y todos los opositores o potenciales opositores. Es la época de las terribles prisiones de Gherla, Aiud, Pitești y Sighetu Marmației, donde se ponen en práctica atroces programas de reeducación. La economía está organizada según el modelo socialista, la tierra está colectivizada. La Securitate, la policía secreta, es creada en 1948. Gheorghe Gheorghiu-Dej, secretario general del Partido Comunista desde 1945, elimina la competencia interna y se convierte en el líder del país.

Después de la muerte de Stalin en 1953, el liderazgo rumano comenzó a distanciarse de Moscú. El país desarrolla su propia política exterior. En 1958, las tropas soviéticas comienzan su retirada.

Después de la muerte de Gheorghiu-Dej, Nicolae Ceaușescu, su mano derecha, llegó al poder y gobernó la República Socialista. Negándose a apoyar militarmente a la URSS durante su intervención contra la Primavera de Praga en 1968, recibe el apoyo de los líderes occidentales. Muchos de ellos (de Gaulle, Nixon, Brandt...) fueron a Bucarest.

A partir de la década de 1970, el régimen se volvió más estricto. Ceaușescu se convirtió en presidente en 1974 y concentró todos los poderes. Se acentuó el culto a la personalidad, sus estrechas relaciones monopolizaron las altas funciones. El Conducător siguió una política de industrialización forzosa y contrajo muchas deudas en el extranjero.

El 4 de marzo, un terremoto de 7,2 grados en la escala de Richter mata a 1570 personas en la región de Bucarest. La capital queda muy dañada.

Los años 80 fueron una época terrible para el pueblo rumano. Ceaușescu se propuso pagar la importante deuda externa en su totalidad. A partir de 1981, la economía se orienta enteramente hacia la producción en masa destinada a la exportación, a pesar de que ya no se importa nada. La población está empobrecida, debido a los efectos de una estricta austeridad. Falta comida en las tiendas, donde la gente tiene que hacer largas colas. El agua, la electricidad y la gasolina están racionadas.

La construcción de la Casa del Pueblo comienza en Bucarest. Para esta titánica y muy costosa obra, Ceaușescu arrasa con una gran parte del centro histórico.

El 15 de noviembre, tres personas murieron en disturbios en Brașov, que enfrentaron a las fuerzas armadas con trabajadores hambrientos. Se lanzaron consignas contra Ceaușescu.

Inicio del programa de sistematización de los pueblos, que prevé la desaparición de la mitad de los mismos.

El 16 de diciembre se celebra una primera manifestación en Timișoara, para protestar contra el traslado forzoso del pastor húngaro László Tőkés, que es crítico con el régimen. El día 17, un nuevo mitin se convierte en un motín. La policía dispara, matando a varias personas. Pronto la revuelta se extiende a otras ciudades. El 21 de diciembre, Ceaușesc organiza una gran manifestación en apoyo al régimen en Bucarest. Pero los que se supone que lo animan, empiezan a abuchearlo. Su discurso, transmitido en vivo por TV, es interrumpido y la manifestación se convierte en una protesta espeluznante. El 22, las calles de Bucarest se llenan de manifestantes, una multitud jubilosa invade la sede del Partido Comunista. Ceaușescu y su esposa Elena huyen, pero son arrestados en Târgoviște. Son juzgados y ejecutados sumariamente el día de Navidad. El Frente de Salvación Nacional, presidido por el ex apparátchik Ion Iliescu, toma el poder. El 26, Petre Roman forma un gobierno provisional. En los días siguientes a la caída de Ceaușescu, la capital es escenario de enfrentamientos mortales, que provocan más de 800 muertes.

Después de la revolución, la vieja nomenklatura sigue en el poder. Exasperados por la continuación de los caciques del régimen comunista, los estudiantes estallan. En varias ocasiones, Iliescu envía a los mineros del valle de Jiu para someter a los manifestantes. Estos "mineros" causan varias muertes. En mayo, Ion Iliescu es elegido presidente con el 85% de los votos, mientras que el Frente de Salvación Nacional gana una gran mayoría en las elecciones legislativas. En octubre de 1992, Iliescu es reelegido presidente. Un partidario de la política de pequeños pasos, inicia muy pocos cambios.

Se adopta una nueva Constitución.

Aunque se le impidió varias veces entrar al país después de la revolución, el rey Miguel consigue finalmente venir para Pascua. El 25 de abril, un millón de personas lo aclaman en Bucarest. Luego se le prohíbe quedarse y hasta 1997, no logra tener su pasaporte rumano.

Rumania es admitida en el Consejo de Europa.

En noviembre, la oposición centrista gana por mayoría en las elecciones parlamentarias y el democristiano Emil Constantinescu es elegido presidente. Los años de Constantinescu están marcados por varias reformas liberales. El capital extranjero comienza a aparecer y se inician las negociaciones para entrar en la Unión Europea. Pero los cambios son tímidos y la vida cotidiana de los rumanos sigue siendo difícil.

Iliescu es elegido de nuevo presidente, enfrentándose a Corneliu Vadim Tudor, el líder del extremista Partido de la Gran Rumanía. Adrian Năstase es nombrado primer ministro. Durante su mandato, el país progresa económicamente, pero retrocede en términos de democracia.

Rumanía se une a la OTAN. En las elecciones presidenciales de diciembre, Traian Băsescu, el candidato de la alianza entre el Partido Nacional Liberal y el Partido Demócrata, derrota por poco a Adrian Năstase. Apodado Popeye, por su físico y su pasado como marinero, este atípico presidente quiere defender la lucha contra la corrupción y los oligarcas. Reduce drásticamente los impuestos, con un único impuesto del 16% tanto para las empresas como para los individuos. Băsescu también inicia un proceso de descomunización, condenando los crímenes cometidos bajo el régimen comunista y autorizando la apertura de los archivos de la Securitate. La lucha contra la corrupción avanza, la situación económica mejora (+6,7% de crecimiento anual entre 2002 y 2008). La convivencia con el primer ministro liberal Călin Popescu Tăriceanu, por otra parte, es tumultuosa. El Parlamento incluso inició en 2007 un procedimiento de impugnación contra Băsescu, que fue rechazado masivamente mediante referéndum.

El 1 de enero, Rumanía se une a la Unión Europea. Esto significa que el país ha tenido que llevar a cabo importantes reformas políticas, económicas y sociales. Se han producido muchos cambios en los sectores agrícola y judicial, la reorganización administrativa, la despolitización de las instituciones, la lucha contra la discriminación de las minorías (especialmente los romaníes) y contra la corrupción...

Băsescu es reelegido por los pelos para llevar a cabo un segundo mandato, marcado por la crisis económica mundial, que está golpeando duramente al país. Los disturbios estallan durante el invierno de 2011-2012, como resultado de las medidas de austeridad fiscal aplicadas por el gobierno del primer ministro Emil Boc. Este último dimite el 6 de febrero de 2012.

En las elecciones presidenciales, el liberal Klaus Iohannis, alcalde de Sibiu, de la minoría sajona, fue elegido frente al populista Victor Ponta (PSD), que se convirtió en primer ministro tras la victoria de su partido en las elecciones parlamentarias.

El 30 de octubre, un incendio destruyó el club nocturno Colectiv en Bucarest, matando a 64 personas. Se descubrió que los dueños habían recibido las autorizaciones para funcionar, a pesar de no cumplir con las normas de seguridad. Grandes manifestaciones estallaron contra la gangrena de la corrupción. Ya envuelto en varios escándalos, Víctor Ponta finalmente dimitiió el 4 de noviembre. Se formó un gobierno de transición, compuesto por personas de la sociedad civil y dirigido por el ex comisario europeo Dacian Cioloș.

Las elecciones parlamentarias de diciembre devolvieron el poder al PSD.

Tan pronto como fue investido, el gobierno de Sorin Grindeanu lanzó reformas destinadas a debilitar la lucha contra la corrupción, mientras que el jefe del PSD, Liviu Dragnea, fue procesado. Un vasto movimiento de protesta, apoyado por el presidente Iohannis, se desarrolló en todo el país. Las leyes en disputa fueron revocadas y el 21 de junio, el gobierno de Grindeanu fue derrocado por su propia mayoría. Se estableció un nuevo gabinete, encabezado por Mihai Tudose, quien renunció seis meses después.

El 29 de enero, Viorica Dăncilă (PSD) se convierte en la primera mujer en dirigir el gobierno. Ella reactiva la ofensiva contra la independencia del poder judicial. La jefa de la Dirección Nacional Anticorrupción Laura Codruța Kövesi, una fiscal muy activa y popular, es despedida. En agosto, una gran manifestación de la diáspora se dispersa violentamente. En octubre, el referéndum iniciado por el PSD para prohibir el matrimonio entre personas del mismo sexo fracasa: se invalida por falta de participación.

En el primer semestre del año, Rumanía ocupa la Presidencia de la Unión Europea, en un clima de tensión con Bruselas, que es crítica con las reformas judiciales. En mayo, Liviu Dragnea es condenado y encarcelado definitivamente. El gobierno de Dăncilă es derrocado en octubre y el liberal Ludovic Orban se convierte en primer ministro. En noviembre, Klaus Iohannis es ampliamente reelegido en la presidencia.